II Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sábado
Mc 3, 20-21
Sus parientes decían que se había vuelto loco. Pero Jesús no daba importancia
a los sondeos de opiniones, ni a las voces que circulaban sobre Él. No le interesaba
el grado de popularidad, ni la simpatía que despertaba de modo superficial entre las
personas o parientes.
Jesús predicaba su Evangelio, hablaba de la cruz, hacía el bien…, sin dejarse
atrincherar por lo que pensaran los otros, ni siquiera los más cercanos. Jesús
cumple su Misión con una fidelidad amorosa a la voluntad de su Padre Dios. Él no
busca el poder temporal, pues su Reino no es de este mundo. Su entrega no es
primero un sí y luego un no. Su compromiso es total y, de un modo consciente, Él
sabe que camina hacia la entrega de su propia vida por nosotros. A esos extremos
lleva el amor verdadero.
Podemos preguntarnos también qué es lo que realmente pensamos nosotros
de Jesucristo. ¿A veces también lo juzgamos de loco? ¿Sus mandamientos, sus
exigencias, nos parecen una locura para vivir en el mundo de hoy? Los que se
alejan de Jesús no quieren abrirse a su amor. ¡Lástima que se pierden el calor y el
cariño de este Corazón misericordioso de Jesús!
Pero a todo esto, Jesús respondió con sus brazos extendidos, con su costado
abierto para acoger a todos y con su palabra de perdón: “Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)