Tiempo de Navidad, (Año Par)
5 de Enero
Mc 6, 34-44
Cinco panes y dos peces... Como hemos oído en el Evangelio, el pueblo había
escuchado al Señor durante horas. Al final, Jesús dice: están cansados, tienen
hambre, tenemos que dar de comer a esta gente. Los Apóstoles preguntan: „Pero,
¿cómo?‟. Y Andrés, el hermano de Pedro, le dice a Jesús que un muchacho tenía
cinco panes y dos peces. „Pero, ¿qué es eso para tantos?‟, se preguntan los
Apóstoles. Entonces el Señor manda que se siente la gente y que se distribuyan
esos cinco panes y dos peces. Y todos quedan saciados. Más aún, el Señor encarga
a los Apóstoles, y entre ellos a Pedro, que recojan las abundantes sobras: doce
canastos de pan (cf. Jn 6, 12-13).
El hombre, especialmente el de estos tiempos, tiene hambre de muchas cosas:
hambre de verdad, de justicia, de amor, de paz, de belleza; pero sobre todo,
hambre de Dios. “¡Debemos estar hambrientos de Dios!”, exclamaba San Agustín.
¡Es El, el Padre celestial, quien nos da el verdadero pan!
Este pan, de que estamos tan necesitados, es ante todo Cristo , el cual se
nos entrega en los signos sacramentales de la Eucaristía y nos hace sentir, en cada
Misa, las palabras de la última Cena: “Tomen y coman todos de él; porque este es
mi Cuerpo que será entregado por ustedes”. Con el sacramento del pan eucarístico,
afirma el Concilio Vaticano II, “se representa y realiza la unidad de los fieles, que
constituyen un solo Cuerpo en Cristo (cf. 1 Cor 10, 17). Todos los hombres son
llamados a esta unión con Cristo que es Luz del mundo; de El venimos, por El
vivimos, hacia El estamos dirigidos” (LG 3).
El pan que necesitamos es, también, la Palabra de Dios , porque, "no sólo de
pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4, 4 cf.
Dt 8, 3). Indudablemente, también los hombres pueden pronunciar y expresar
palabras de tan alto valor. Pero la historia nos muestra que las palabras de los
hombres son, a veces, insuficientes, ambiguas, decepcionantes, tendenciosas;
mientras que la Palabra de Dios está llena de verdad (cf. 2 Sam 7, 28; 1 Cor 17,
26); es recta (Sal 33, 4); es estable y permanece para siempre (cf. Sal 119, 89; 1
Pe 1, 25).
Por último, el pan que necesitamos es la gracia , que debemos invocar y pedir
con sincera humildad y con incansable constancia, sabiendo bien que es lo más
valioso que podemos poseer.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)