III Domingo del Tiempo Ordinario (Año Par)
Martes
Mc 3, 31-35
El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi
madre . Jesús no niega el amor a su madre ni a sus familiares, sino que habla de
esa otra gran familia cristiana. No queda atado al solo amor humano de una familia.
Hay otra familia espiritual a la que ama, en un orden espiritual y sobrenatural, con
amor más entrañable y profundo que el amor humano con que se ama a la madre y
a los hermanos.
Lejos de ser un desprecio de Jesús a María su madre, la enaltece, la elogia, la
alaba, la pone como ejemplo total de mujer y de Madre, ella escucho la palabra
divina, y dijo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
(Lucas 1, 36-38), por eso Jesús dice: Porque todo el que hace la voluntad de mi
Padre que está en el cielo, ésa es... Mi madre.
En otra ocasión, estando hablando Jesús a la gente, alzó la voz una mujer y
dijo: “Dichoso el seno que te llev y los pechos que te criaron”. Y Jesús le
respondió: “Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”
(Lc 11,27-28). María es la primera entre aquellos que escuchan la Palabra de Dios y
la cumplen.
Por tanto, María es digna de bendición por el hecho de haber sido para Jesús
Madre según la carne, pero también y sobre todo porque ya en el instante de la
anunciación ha acogido la palabra de Dios, porque ha creído, porque fue obediente
a Dios, porque guardaba la palabra y la conservaba cuidadosamente en su corazón.
Esa es mi Madre nos Dice Jesús, ella es modelo, María, amorosa y
obedientemente hizo la voluntad de su Padre, nadie como ella fue tan fidelísima
esclava del Señor, en la encarnación y en cada momento de su vida. Hagamos
nuestro el estilo de María: “Háganse en mi, Seor, según tu Palabra”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)