IV Domingo del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Mc 5, 1-20
Espíritu inmundo, sal de este hombre . En esta ocasión hemos escuchado un
coloquio insólito. Cuando aquel “espíritu inmundo” se siente amenazado por Cristo,
grita contra Él: “¿Qué hay entre ti y mí, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Por Dios te
conjuro que no me atormentes”. A su vez, Jesús “le preguntó: „¿Cuál es tu
nombre?‟. El le dijo: Legión es mi nombre, porque somos muchos” (cf. Mc 5, 7-9).
Estamos, pues, a orillas de un mundo oscuro, donde entran en juego factores
físicos y psíquicos que, sin duda, tienen su peso en causar condiciones patológicas
en las que se inserta esta realidad demoníaca, representada y descrita de manera
variada en el lenguaje humano, pero radicalmente hostil a Dios y, por consiguiente,
al hombre y a Cristo que ha venido para librarlo de este poder maligno.
“Dios está con nosotros", es decir, de parte del hombre, su amigo y aliado
contra las fuerzas del mal. Es el único que personifica todo y sólo el frente del bien
contra el frente del mal” (Dietrich Bonhöffer): “De fuerzas amigas admirablemente
rodeados vamos, con calma, al encuentro del futuro. Dios está con nosotros de
noche y de día; estará con nosotros cada nuevo día”.
Por tanto, sin miedo y llenos de esperanza en la victoria, luchemos con
denuedo contra el pecado, contra las fuerzas del mal en todas sus formas,
luchemos contra el pecado. Combatamos el buen combate de la fe por la dignidad
del hombre, por la dignidad del amor, por una vida noble, de hijos de Dios. Vencer
el pecado mediante el perdón de Dios es una curación, es una resurrección.
Hagámoslo con plena conciencia de de que no estamos solos: Jesús está con
nosotros de noche y de día; estará con nosotros cada nuevo día”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)