V Domingo del Tiempo Ordinario (Año Par)
Miércoles
Mc 7:14-23
Lo que mancha al hombre es lo que sale de dentro . Acabamos de escuchar las
palabras de Jesús que describen el pecado como algo que proviene „del corazón‟ del
hombre, de su interior. Ellas ponen de relieve el carácter esencial del pecado. Al
nacer del interior del hombre, en su voluntad, el pecado, por su misma esencia, es
siempre un acto de la persona. Un acto consciente y libre, en el que se expresa la
libre voluntad del hombre.
Como consecuencia del pecado original los hombres nacen en un estado de
fragilidad moral hereditaria y fácilmente toman el camino de los pecados personales
si no corresponden a la gracia que Dios ha ofrecido a la humanidad por medio de la
redención obrada en Cristo. Cuando hablamos de lo que mancha al hombre,
estamos hablando del pecado original y del pecado personal.
“Toda la vida humana, la individual y la colectiva, se presenta como lucha, y
por cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. Más todavía,
el hombre se nota incapaz de domeñar con eficacia por sí solo los ataques del
mal... Pero el Señor vino en persona para liberar y vigorizar al hombre,
renovándole interiormente” (GS 13). En este contexto de tensiones y de conflictos
unidos a la condición de la naturaleza humana caída, se sitúa cualquier reflexión
sobre el pecado personal.
El pecado es ofensa a Dios, ingratitud por sus beneficios, además de desprecio
a su santísima Persona. El pecado es una mancha y una impureza. Por eso Ezequiel
habla de “contaminación” con el pecado (cf. Ez 14, 11); por eso el Salmista ora así:
“Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve”
(Sal 50, 51, 9).
Desde este contexto podemos entender las palabras de Jesús en el Evangelio:
“Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre... Del corazón del hombre salen
los malos propósitos; las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias,
injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas estas
maldades... hacen al hombre impuro” (Mc 7, 20 - 23. cf. Mt 15, 18-20).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)