V Domingo del Tiempo Ordinario (Año Par)
Jueves
Mc 7, 24-30
Los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños . El
evangelio nos presenta un singular ejemplo de fe: una mujer cananea, que pide a
Jesús que cure a su hija, que „tenía un demonio muy malo‟. El Señor no hace caso a
sus insistentes invocaciones y parece no ceder ni siquiera cuando los mismos
discípulos interceden por ella, como refiere el evangelista san Mateo. Pero, al final,
ante la perseverancia y la humildad de esta desconocida, Jesús
condesciende: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas” (Mt 15,
21-28).
„Mujer, ¡qué grande es tu fe!‟. Jesús señala a esta humilde mujer como
ejemplo de fe indómita. Su insistencia en invocar la intervención de Cristo es para
nosotros un estímulo a no desalentarnos jamás y a no desesperar ni siquiera en
medio de las pruebas más duras de la vida. El Señor no cierra los ojos ante las
necesidades de sus hijos y, si a veces parece insensible a sus peticiones, es sólo
para ponerlos a prueba y templar su fe.
La fe, de esta mujer gentil, era grande y Jesús le concedió lo que pedía.
Cuando Jesús realiza milagros, no es para que la gente crea en él, generalmente lo
hace de acuerdo a la fe de sus interlocutores.
Jesús, no vino sólo para el pueblo de Israel, vino para todos los hombres,
también para “los perros gentiles”, gracias a él, ya podemos llamar a Dios Padre,
somos todos hijos, del mismo Dios. A cambio solo nos pide fe.
Que al igual que la mujer cananea, de la cual habla el evangelio de hoy,
vuestra fe os lleve al encuentro personal con Jesucristo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)