V Domingo del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sábado
Mc 8,1-10
La gente comió hasta quedar satisfecha . Jesús tomó los siete panes y
pronuncia la Acción de Gracias. „Ora‟, pide a Dios, „al tiempo que pone todos los
medios a su alcance‟. Los partió y los dio a sus discípulos para que los sirvieran. Y,
al aparecer unos cuantos peces Jesús los bendijo también, y mandó que los
sirvieran. Su amor fue „generoso y creativo‟, aportó y multiplicó todo lo que estuvo
en su mano.
Además de la compasión de Jesús por la gente que no tenía qué comer, al
mismo tiempo descubrimos la generosidad del que aporta los penes y los peces, y
la colaboración de los apóstoles para buscar a la persona generosa y para repartir
los panes. Todos en comunión con Jesús se pusieron manos a la obra y resolvieron
la necesidad. Es aleccionador ver Jesús pidiendo ayuda a sus amigos y también a
Dios.
Es para nosotros una lección de compasión ante los que menos tienen, de
generosidad y solidaridad, de organización, compasión y de confiada oración a
Dios:
La generosidad es la virtud que nos conduce a dar y darnos a los demás de
una manera habitual, firme y decidida, buscando su bien y poniendo a su servicio lo
mejor de nosotros mismos, tanto bienes materiales como cualidades y talentos. La
solidaridad es una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien
común; no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas cercanas
o lejanas, sino una actitud definida y clara de procurar el bien de todos y cada uno.
La oración es para Cristo mucho más que la respiración de su alma; la oración
es el signo visible de ese contacto permanente con quien le envió; todos los
momentos importantes de Jesús están marcados por esta comunicación con el
Padre.
La mayor parte de sus milagros de Jesús parecen ser el fruto de la oración;
mira, antes de hacerlos, al cielo, tal y como si, para ello, necesitase ayuda de lo
alto. Alza los ojos antes de curar al sordomudo (Mc 7, 34), antes de resucitar a
Lázaro (Jn 11, 41), antes de multiplicar los panes (Mt 14, 19), como es el caso que
nos ocupa.
En el Evangelio escuchamos también a Jesús que, después de haber dado de
comer a la multitud con la multiplicación de los panes y los peces, dice a sus
interlocutores que lo habían seguido hasta la sinagoga de Cafarnaúm: “Es mi Padre
el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del
cielo y da la vida al mundo” (Jn 6,32-33). Jesús se manifiesta así como el Pan de
vida, que el Padre eterno da a los hombres.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)