Viernes despues de Ceniza (Año Par)
Mt 9, 14-15
Cuando les quiten al esposo, entonces sí ayunarán . La Iglesia, cada uno de
nosotros, tiene por esposo único a Cristo. Juan el Bautista designa a Jesús como el
esposo que tiene a la esposa, es decir, al pueblo que acude a su bautismo;
mientras que él, Juan, se ve a sí mismo como “el amigo del esposo, el que asiste y
le oye”, y que “se alegra mucho con la voz del esposo” (Jn 3, 29).
Esta imagen nupcial ya se usaba en el antiguo Testamento para indicar la
relación íntima entre Dios e Israel: especialmente los profetas se sirvieron de ella
para exaltar esa relación y recordarla al pueblo. Esta imagen de la religiosidad de
Israel aparece también en el Cantar de los cantares y en el salmo 45, cantos
nupciales que representan las bodas con el Rey-Mesías, como han sido
interpretados por la tradición judía y cristiana.
En el ambiente de la tradición de su pueblo, Jesús toma esa imagen para decir
que él mismo es el esposo anunciado y esperado: el Esposo-Mesías (cf. Mt 9, 15;
25, 1). Insiste en esta analogía y en esta terminología, también para explicar qué
es el reino que ha venido a traer. “El reino de los cielos es semejante a un rey que
celebró el banquete de bodas de su hijo” (Mt 22, 2).
Jesús, en el caso que nos ocupa compara a sus discípulos con los compañeros
del esposo, que se alegran de su presencia, y que ayunarán cuando se les quite el
esposo (cf. Mc 2, 19-20). También es muy conocida la otra parábola de las diez
vírgenes que esperan la venida del esposo para una fiesta de bodas (cf. Mt 25, 1-
13); y, de igual modo, la de los siervos que deben vigilar para acoger a su señor
cuando vuelva de las bodas (cf. Lc 12, 35-38).
También en la línea de la concepción evangélica y cristiana, se debe añadir
que esa unión inmediata con el Esposo constituye una anticipación de la vida
celestial, que se caracterizará por una visión o posesión de Dios sin intermediarios.
San Pablo recuerda expresamente que en su amor de Esposo, Jesucristo ofreció su
sacrificio por la santidad de la Iglesia (cf. Ef 5, 25). A la luz de la cruz
comprendemos que toda unión con Cristo-Esposo es un compromiso de amor con el
Crucificado, de modo que quienes hemos sido bautizados sabemos que estamos
destinados a una participación profunda, intima con la persona, la vida y la
enseñanza de Jesús. La cuaresma nos invita a concienciar y vivir esta relación con
Jesús.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)