II Semana de Cuaresma (Año Par)
Miércoles
Mt 20, 17-28
Lo condenarán a muerte. “El Hijo del hombre será entregado a los sumos
sacerdotes y a los escribas; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles
(...), lo matarán, y a los tres días resucitará” (Mc 10, 33-34). Jesús sabía que subir
a Jerusalén significaba acercarse a la muerte. Los judíos y fariseos ya pensaban
matarlo porque no les convenía la doctrina que estaba predicando y además porque
los adeptos que se le unían se multiplicaban cada vez más. Es por esto que sus
discípulos tenían miedo.
Estamos aquí ante una previsión y predicción profética de los acontecimientos,
en la que Jesús ejercita su función de revelador, poniendo en relación la muerte y
la resurrección unificadas en la finalidad redentora, y refiriéndose al designio divino
según el cual todo lo que prevé y predice “debe” suceder.
Cristo va hacia su pasión y muerte con toda la conciencia de la misión que ha
de realizar de este modo. Precisamente por medio de este sufrimiento suyo hace
posible “que el hombre no muera, sino que tenga la vida eterna”. Precisamente por
medio de su cruz debe tocar las raíces del mal, plantadas en la historia del hombre
y en las almas humanas. Precisamente por medio de su cruz debe cumplir la obra
de la salvación. Esta obra, en el designio del amor eterno, tiene un carácter
redentor.
Las Escrituras tenían que cumplirse. Eran muchos los testigos del Antiguo
Testamento que anunciaban los sufrimientos del futuro Ungido de Dios.
Particularmente conmovedor entre todos es el del profeta Isaías, quien presenta la
imagen de los sufrimientos de Cristo como un verdadero Varón de dolores:
Despreciado y abandonado de los hombres, varón de dolores y familiarizado con el
sufrimiento, y como uno ante el cual se oculta el rostro, (…) soportó nuestros
sufrimientos y cargó con nuestros dolores… Todos nosotros andábamos errantes
como ovejas, siguiendo cada uno su camino, y Dios cargó sobre él la iniquidad de
todos nosotros”
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)