II Semana de Cuaresma (Año Par)
Viernes
Mt 21, 33-43.45.46
Ese es el heredero, vamos a matarlo . Los viñadores homicidas tratan mal a los
siervos mandados por el dueo de la via “para percibir de ellos la parte de los
frutos de la via “y matan incluso a muchos. Por último, el dueño de la viña decide
enviarles a su propio hijo: “Le quedaba todavía uno, un hijo amado, y se lo envi
también el último, diciendo: A mi hijo le respetarán. Pero aquellos viñadores se
dijeron para sí: “Éste es el heredero. (Ea! Matémosle y será nuestra la heredad. Y
asiéndole, le mataron y le arrojaron fuera de la via” (Mc 12, 6-8).
En la parábola del hijo mandado a los viñadores se manifiesta con toda
evidencia la verdad sobre Cristo como Hijo mandado por el Padre. Es más, se
subraya con toda claridad el carácter sacrificial y redentor de este envío. El Hijo es
verdaderamente “...Aquél a quien el Padre santific y envi al mundo” (Jn 10, 36).
Así, pues, Dios no slo “nos ha hablado por medio del Hijo... en los últimos
tiempos” (Cfr. Heb 1, 1-2), sino que a este Hijo lo ha entregado por nosotros, en un
acto inconcebible de amor, mandándolo al mundo.
En esto se ha manifestado el amor que Dios nos tiene: Dios ha mandado a su
Hijo unigénito al mundo para que tuviéramos vida por Él”; “no hemos sido nosotros
quienes hemos amado a Dios, sino que Él nos ha amado y ha enviado a su Hijo
como víctima de expiación por nuestros pecados”.
En la medida en que acojamos a Jesús, acogiendo su Evangelio, su muerte y
su resurreccin, “hemos reconocido y creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es
amor, y el que vive en amor permanece en Dios y Dios en Él” (Cfr. 1 Jn 4, 8-16).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)