III Semana de Cuaresma (Año Par)
Miércoles
Mt 5, 17-19
El que cumpla y enseñe mis mandamientos, será grande en el Reino de los
Cielos . “Reino de los cielos” significa reino de Dios. El cumplimiento de los
mandamientos se expresa un cumplimiento de cada uno de los mandamientos. Este
cumplimiento construye la justicia que Dios-Legislador ha querido: “Si su justicia no
supera a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos” (Mt 5,
20).
Los mandamientos y preceptos que el pueblo de Israel recibe del Señor en el
primer Testamento, son para dar vida y, bien entendidos y cumplidos, son una
fuente de salvación y protección para el pueblo y cada uno de sus miembros. Por
eso Cristo los propone como una institución intocable y que su cumplimiento dará
vida y seguridad al discípulo.
Los mandamientos son un regalo de Dios que lo hace presente y hace sabio al
corazón sabio, que acoge sus dones. Si aceptamos los mandamientos del Señor, si
los dejamos penetrar en nuestro corazón con su verdadero sentido, ciertamente
encontraremos felicidad y alegría.
Los mandamientos de Dios nos conducen al amor y al crecimiento en su
presencia. El Reino de Dios, la verdadera paz y el verdadero amor sólo lo
encontraremos si cumplimos con alegría y plenamente los mandamientos del Señor
y enseñamos a los demás a cumplirlos también ellos. Por eso el salmista afirmaba:
“En tus mandamientos, Señor, encuentro la paz”.
Este tiempo de cuaresma, tiempo de conversión del corazón, de vuelta a Dios,
hace más urgente la propuesta de Jesús de cumplir los mandamientos y de enseñar
a cumplirlos. Un corazón se cambia enseñándole a amar y a sentirse amado, tanto
por Dios como por sus hermanos, que es el resumen de los mandamientos: el amor
a Dios y al prójimo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)