IV Semana de Cuaresma (Año Par)
Viernes
Mt 1, 16.18-21.24
“José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y tomó consigo a su
mujer ”. En estas pocas palabras está todo. Toda la decisión de la vida de José y la
plena característica de su santidad. „Hizo‟. José, al que conocemos por el Evangelio,
es hombre de acción.
Este primer „hizo‟ es el comienzo del „camino de José‟. A lo largo de este
camino, los Evangelios no citan ninguna palabra dicha por él. Pero el silencio de
José posee una especial elocuencia: gracias a este silencio se puede leer
plenamente la verdad contenida en el juicio que de él da el Evangelio: el “justo” (Mt
1, 19).
El Evangelio no ha conservado ninguna palabra suya. En cambio, ha descrito
sus acciones: acciones sencillas, cotidianas, que tienen a la vez el significado
límpido para la realización de la promesa divina en la historia del hombre; obras
llenas de la profundidad espiritual Y de la sencillez madura.
Los Padres de la Iglesia subrayaron ya desde los primeros siglos que, al igual
que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso esmero a la educación de
Jesucristo (cf. san Ireneo, Adv. haereses , IV, 23, 1), así también custodia y protege
a su Cuerpo místico, la Iglesia, cuya figura y modelo es la santísima Virgen.
San José es para nosotros, en primer lugar, modelo de fe. Él vivió siempre con
una actitud de total abandono a la Providencia divina, y por eso nos da un ejemplo
estimulante, en especial cuando se nos pide confiar en Dios „por su palabra‟, es
decir, sin ver claro su designio.
Estamos llamados a imitarlo, además, en el humilde ejercicio de la obediencia,
virtud que resplandece en él con un estilo de silencio y ocultamiento activo. ¡Cuán
valiosa es la „escuela‟ de Nazaret para el hombre contemporáneo, amenazado por
una cultura que muy a menudo exalta las apariencias y el éxito, la autonomía y un
falso concepto de libertad individual! Por el contrario, ¡cuánta necesidad hay de
recuperar el valor de la sencillez y de la obediencia, del respeto y de la búsqueda
amorosa de la voluntad de Dios!
San José vivió al servicio de su Esposa y del Hijo de Dios; así, se convirtió para
los creyentes en un testimonio elocuente de que „reinar‟ es „servir‟. Para aprender
una útil lección de vida podemos contemplarlo en especial quienes en la familia, en
la escuela y en la Iglesia tenemos la tarea de ser „padres‟ y „guías‟.
San José, a quien el pueblo cristiano invoca con confianza, guíe siempre los
pasos de la familia de Dios y ayude de manera muy singular a los que desempeñan
el papel de la paternidad, tanto física como espiritual. Que acompañe nuestra
invocación e interceda por nosotros María, Esposa virginal de José y Madre del
Redentor.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)