Solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre)
FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS
Padre Pedrojosé Ynaraja
Uno de los libros oficiales de la Iglesia, es el catálogo de los santos canonizados.
Continúa llamándosele en la actualidad con el nombre antiguo de “Martirologio
romano”, aunque no sea exacto el calificativo. No es muy conocido, entre otras
cosas porque está editado exclusivamente en latín. Pese a ser el inventario de la
riqueza de la Iglesia, ninguna fortuna supera el valor de la santidad, hacía mucho
tiempo que no se editaba. Era como un edificio que nunca se reforma, ni pinta, ni
siquiera se revisa. Una de las decisiones del concilio vaticano fue que se publicara
de nuevo, más cuidado y crítico que anteriormente. El minucioso estudio de alguno
de los supuestos santos, descubrió que su existencia histórica no era segura y se
los debía desclasificar, cosa que irrito a algunos. Permitidme que os cuente como
anécdota, que Sofía Loren, la famosa y excelente artista de cine, circuló
ostensiblemente por Roma, con una imagen de uno de ellos, como señal de
protesta. Pero la sangre no llegó al río. También se consideró que a algunos se les
debía homenajear en días diferentes de los tradicionales y eso enojó a otros.
Los que aparecen en este libro son los catalogados, con los que la Iglesia
solemnemente se ha comprometido. Pero existen muchísimos más, a los que nadie
niega su categoría. Porque la Iglesia no hace santos, sino que reconoce la categoría
de algunos, y los inscribe en un álbum.
La santidad no es un valor tasable. De alguna manera, sí lo es clasificable. Y a unos
los agrupamos como apóstoles, a otros mártires, a otros vírgenes. Evidentemente
el primer conjunto se acabó el día que murió San Juan, que parece que fue el
último discípulo del Señor y que pereció en Patmos. El de los mártires y los demás
continuó y continúa. Por aquello de que ver una película o leer una novela histórica
sea cosa fácil, parecía que la época de los mártires correspondía a tiempos muy
pretéritos en que dominaba el imperio de la ciudad de Roma. Muchos recordamos
films de santos y hemos leído relatos emocionantes. No es que esté mal el
proceder, pero es equivocado. Me lo decía un día el arzobispo H.Cámara: no pierdas
la esperanza, hay más mártires ahora que en los primeros siglos. Y recientemente
se habla de esto, dándole la razón. Calculan los estudiosos, que cada cinco minutos
muere un cristiano mártir (la verdad es que sumados los ocurridos anualmente y
hecha la oportuna división da este resultado). Y lo asombroso es que la noticia la
publican medios católicos y de otras confesiones cristianas. Si en la tierra, y en este
momento histórico, no hemos logrado una profesión de fe ecuménica, en el Cielo,
ellos gloriosamente la celebran. Esto era inimaginable considerarlo antes.
Somos contemporáneos de mártires, son nuestros compañeros, comen un mismo
Pan, se alimentan de una misma Palabra, derraman su sangre, que es como la
nuestra. Simultáneamente viven entre nosotros, mientras discutimos, malgastamos
el tiempo y ambicionamos.
El reconocimiento público por la Iglesia de la santidad vivida no en plena comunión,
tal vez empiece el día que al canonizar Pablo VI a católicos mártires africanos, se
refiriera a sus compañeros que dieron testimonio de su Fe en Jesús y pertenecían a
la Comunión Anglicana. Hoy en día se avanza rápidamente en este sentido, se cita
a héroes pertenecientes a otras confesiones en libros de la Fe, tan comunes y
universales como el YouCat. En cualquier escrito actual de espiritualidad católica, se
habla de San Serafín de Sarov, que pertenecía a la Ortodoxia, y nadie protesta.
Si me he alargado en estas consideraciones, es para que os deis cuenta, mis
queridos jóvenes lectores, de que la conmemoración no es de hechos pasados hace
siglos. Mártir fue San Esteban y lo han sido los que le han seguido hasta nuestros
días. Según dicen, en lo que llevamos de año, escribo el 23 de octubre, ya han
dado su vida por la Fe, 50 sacerdotes. A todos ellos hoy les rendimos homenaje.
Los mártires son claveles reventones. Las vírgenes elegantes edelweiss. Los
dedicados a los enfermos, a los ancianos y a la infancia abandonada, nenúfares. Los
educadores misteriosas flores de eucalipto. Los contemplativos silenciosas violetas.
Los misioneros, orquídeas. Los que acogen a quien nadie acepta, atractivas
gencianas. Se podría prolongar la descripción del jardín divino. Es otra manera de
describir el contenido de la primera lectura de la misa de hoy.
El evangelio describe el substrato donde germinarán estas maravillosas flores.
Quien quiera gozar de un bello jardín, debe escoger primero la tierra donde va a
plantar la semilla. ¿qué hemos puesto en nuestro corazón para que sea posible que
nos hagamos santos?
Padre Pedrojosé Ynaraja