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I semana de Pascua (Año Par)
Lunes de la Octava de Pascua
Mt 28, 8-15 (Cfr. Benedicto XVI, 9 de abril de 2007)
Vayan a decir a mis hermanos que vayan a Galilea. Allá me verán . En el clima
de la alegría pascual, la liturgia de hoy nos lleva al sepulcro, donde María
Magdalena y la otra María, según el relato de san Mateo, impulsadas por el amor a
él, habían ido a „visitar‟ la tumba de Jesús. El evangelista narra que Jesús les salió
al encuentro y les dijo: “No teman. Vayan, avisen a mis hermanos que vayan a
Galilea; allí me verán” (Mt 28, 10). Verdaderamente experimentaron una alegría
inefable al ver de nuevo a su Señor, y, llenas de entusiasmo, corrieron a
comunicarla a los discípulos.
Hoy el Resucitado nos repite a nosotros, como a aquellas mujeres que habían
permanecido junto a él durante la Pasión, que no tengamos miedo de convertirnos
en mensajeros del anuncio de su resurrección. No tiene nada que temer quien se
encuentra con Jesús resucitado y a él se encomienda dócilmente. Este es el
mensaje que los cristianos están llamados a difundir hasta los últimos confines de
la tierra.
El cristiano, como sabemos, no comienza a creer al aceptar una doctrina, sino
tras el encuentro con una Persona, con Cristo muerto y resucitado. Queridos
amigos, en nuestra existencia diaria son muchas las ocasiones que tenemos para
comunicar de modo sencillo y convencido nuestra fe a los demás; así, nuestro
encuentro puede despertar en ellos la fe. Y es muy urgente que los hombres y las
mujeres de nuestra época conozcan y se encuentren con Jesús y, también gracias
a nuestro ejemplo, se dejen conquistar por él.
Ahora, después de la resurrección, la Madre del Redentor se alegra con los
„amigos‟ de Jesús, que constituyen la Iglesia naciente. Que Ella mantenga viva la fe
en la resurrección en cada uno de nosotros y nos convierta en mensajeros de la
esperanza y del amor de Jesucristo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)