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I semana de Pascua (Año Par)
Sábado de la Octava de Pascua
Mc 16, 9-15
Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio . Las palabras de despedida
de Cristo a sus discípulos no sólo son una invitación, sino también un desafío a ir y
proclamar la buena nueva. La evangelización, entendida de este modo, es una
tarea en la que todos los miembros de la Iglesia participan en virtud de su
bautismo . Por tanto, todos los bautizados “deben dar testimonio de Cristo en todas
partes y han de dar razón de su esperanza de la vida eterna a quienes se la pidan”
( LG 10).
Ante los ataques a la Iglesia, la indiferencia religiosa y el divorcio entre la vida
y la fe de no pocos hermanos nuestros, Cristo nos llama a un compromiso especial
en el ministerio de la “Nueva Evangelización”. Para quienes se han alejado de la
vivencia de la fe o nunca han vivido la fe en Cristo, el mensaje salvífico de Cristo en
nuestro ambiente, nos exige a todos manifestar de forma inteligente y creíble
nuestra fe.
La misión de enseñar a los fieles a respetar y proclamar el Evangelio
corresponde a los padres, a los maestros y a los catequistas de hoy. Por esta razón,
una tarea fundamental de todo obispo es esforzarse por contar con laicos bien
formados, preparados y dispuestos a ser maestros de la fe. Es preciso animarnos a
participar en el apostolado fundamental de la Palabra de Salvación.
Uno de los signos distintivos del servicio apostólico a la Iglesia es la
proclamación audaz del Evangelio (cf. Hch 2, 28. 30-31). No hay mucho tiempo, no
podemos seguir indiferentes ante tanta urgencia, que hay en nuestra parroquia,
muchas personas necesitan caminar con Jesús, pero no se han encontrado con Él,
por esto hay también Jesús nos dice a nosotros: Vayan a sus hermanos y
predíquenles el evangelio, es decir, a Jesús, con el que nos hemos encontrado hoy.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)