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II semana de Pascua (Año Par)
Jueves
Jn 3, 31-36
El Padre ama a su Hijo y todo lo ha puesto en sus manos . Así, en la oración
sacerdotal, dirigida al Padre en la Última Cena, Jesús dice: “Yo les he dado a
conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú
me has amado esté en ellos y yo en ellos” (Jn 17, 26). Se trata del amor con el que
el Padre ha amado al Hijo “antes de la creación del mundo” (Jn 17, 24).
El misterio de la Santísima Trinidad nos revela que el Padre eterno ama al
Hijo, el Hijo ama al Padre, y este mutuo amor del Padre y el Hijo es la persona del
Espíritu Santo. Es mas, el Padre se comunica a Sí mismo totalmente al Hijo que es
Dios de Dios, luz de luz. El Espíritu Santo que procede del Padre y el Hijo es junto
con el Padre y el Hijo un solo Dios que es comunión en la profundidad de su
misterio. Este misterio trinitario de amor y comunión es el modelo eminente para
las relaciones humanas y es el fundamento del diálogo.
“Yo amo al Padre” (Jn 14, 31). Al mismo tiempo cada uno de nosotros puede
decir en Cristo: “El Padre me ama”, precisamente porque Jesús dijo: “El Padre ama
al Hijo” (Jn 3, 35). Esta conciencia de estar en Cristo, de amar a su Padre y de ser
amados por El es una fuente de fortaleza pastoral. Ella confirma el sentido de
nuestras vidas. Es un motivo para dar gracias al Padre y para alabar infinitamente a
Jesucristo.
Dios ama al mundo. Y a pesar de todos sus rechazos, seguirá amándolo hasta
el fin. “El Padre nos ama” desde siempre y para siempre. Este anuncio asombroso
se deposita en el corazón de todo creyente que, como el discípulo amado por Jesús,
reclina su cabeza en el pecho del Maestro y recoge sus confidencias: “El que me
ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él” (Jn 14, 21),
porque “ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al
que tú has enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)