Contemplar el Evangelio de hoy
Día litúrgico: Domingo XXXI (A) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente
y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los
escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no
imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan
a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas
sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las
filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los
banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las
plazas y que la gente les llame “Rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro
Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro
en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os
dejéis llamar “Directores”, porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El
mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será
humillado; y el que se humille, será ensalzado».
Comentario: Rev. D. Joan Carles MONTSERRAT i Pulido (Sabadell, Barcelona, España)
«El que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será
ensalzado»
H oy, el Señor nos hace un retrato de los notables de Israel (fariseos, maestros de la
Ley). Éstos viven en una situacin superficial, no son más que apariencia: Todas sus
obras las hacen para ser vistos por los hombres» (Mt 23,5). Y, además, cayendo en la
incoherencia, «porque dicen y no hacen» (Mt 23,3), se hacen esclavos de su propio
engaño al buscar sólo la aprobación o la admiración de los hombres. De esto depende su
consistencia. Por sí mismos no son más que patética vanidad, orgullo absurdo,
vaciedad necedad.
Desde los inicios de la humanidad continúa siendo la tentación más frecuente; la
antigua serpiente continúa susurrándonos al oído: «El día en que comiereis de él el
 
fruto del árbol que está en medio del jardín, se os abrirán los ojos y seréis como dioses,
conocedores del bien y del mal» (Gn 3,5). Y continuamos cayendo en ello, nos hacemos
llamar: “rabí”, “padre” y “guías” y tantos otros ampulosos calificativos. Demasiadas
veces queremos ocupar el lugar que no nos corresponde. Es la actitud farisaica.
Los discípulos de Jesús no han de ser así, más bien al contrario: «El mayor entre
vosotros será vuestro servidor» (Mt 23,11). Y como que tenemos un único Padre, todos
ellos son hermanos. Como siempre, el Evangelio nos deja claro que no podemos
desvincular la dimensión vertical (Padre) y la horizontal (nuestro) o, como explicitaba el
domingo pasado, amarás al Seor, tu Dios (). Amarás a tu prjimo como a ti mismo
(Mt 22,37.39).
Toda la liturgia de la Palabra de este domingo está impregnada por la ternura y la
exigencia de la filiación y de la fraternidad. Fácilmente resuenan en nuestro corazón
aquellas palabras de san Juan: Si alguno dice: „Amo a Dios‟, y aborrece a su hermano,
es un mentiroso» (1Jn 4,20). La nueva evangelización cada vez más urgente nos
pide fidelidad, confianza y sinceridad con la vocación que hemos recibido en el
bautismo. Si lo hacemos se nos iluminará «el caminó de la vida: hartura de goces,
delante de tu rostro, a tu derecha, delicias para siempre» (Sal 16,11).
“servicio brindado por el http://evangeli.net/evangelio”. Con permiso a
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