XXXI Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Introducción a la semana
Después de explicar cómo Dios ha vuelto a apiadarse del pueblo judío, que había
sido marginado transitoriamente a favor de la salvación de los gentiles, Pablo
prorrumpe en un himno de alabanza a los designios misteriosos y admirables de
ese Dios que nunca se arrepiente de sus dones. Luego, expone la doctrina del
cuerpo (místico) de Cristo, subrayando la diversidad y la complementariedad de
los distintos dones o carismas que lo constituyen, entre los que destaca siempre
el amor, que los resume a todos. Un amor que nos impide juzgar a ningún
hermano: sólo Dios es nuestro juez. En los capítulos finales de esta carta a los
Romanos, el Apóstol declara una vez más la peculiaridad de su ministerio entre
los gentiles y se despide saludando y elogiando a muchos de sus colaboradores,
hombres y mujeres, en la tarea evangelizadora.
La predicación de Jesús sigue mostrando las paradojas que caracterizan a los
“ciudadanos del reino”: invitan desinteresadamente a quienes no pueden
pagarles, acogen en el banquete a todos los marginados, renuncian a todo para
ser discípulos del reino que Jesús anuncia, buscan a los perdidos y se alegran de
haberlos encontrado, se valen de los bienes de este mundo, relativizándolos,
para prepararse a disfrutar de la verdadera vida con Dios, conscientes de que
“no se puede servir a Dios y al dinero”.
La solemnidad de Todos los Santos y el día de la Conmemoración de los Difuntos
nos recuerdan el misterio de la “comunión de los santos” que confesamos en el
Credo: la solidaridad con todos nuestros hermanos en la fe (= santificados por el
bautismo). De los que ya están con Dios imitamos su ejemplo y confiamos en su
intercesión; y, en favor de los que aún esperan ese encuentro definitivo,
ofrecemos nuestra oración y nuestros sufragios.- De san Martín de Porres, el
popular dominico peruano “Fray Escoba”, recordamos su santidad amable, vivida
en la práctica de los oficios más humildes y en la incansable solicitud por los
pobres.- Y de san Carlos Borromeo, arzobispo de Milán, su ingente labor
legislativa, administrativa y pastoral en aplicación de las directrices del concilio
de Trento.
Fray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Domingo. Caleruega (Burgos)
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