Conmemoración de los fieles difuntos.
El optimismo de nuestra fe nos anima a esperar la conclusión del Reino
de Dios entre nosotros.
Estimados hermanos y amigos:
El mensaje predicado por Jesucristo es tan optimista, que muchas corrientes de
pensamiento han querido aprovecharlo, con tal de adaptarlo a sus ideales, para
justificar más y mejor la ardua defensa que hacen de los mismos. Pocas décadas
después de que los Apóstoles de Jesús fundaran la Iglesia de Jerusalén, y según
iban extendiendo San Pablo y sus colaboradores la Iglesia de Cristo a través del
Imperio Romano, surgieron corrientes de pensamiento, las cuales, aunque no
rechazaban el pensamiento de Jesús, adoptaron una mezcla de creencias judías,
paganas, cristianas y gnósticas, que la Iglesia rechazó totalmente sin dudarlo un
momento, pues, la aceptación de esas ideas, suponía la aceptación de la creencia
de los llamados docetas, quienes enseñaban que Jesús no vino al mundo con un
cuerpo humano tal cuales son nuestras envolturas carnales.
Desde nuestra óptica de cristianos del siglo XX, nos escandalizamos de cómo la
Iglesia hizo todo lo humanamente posible para erradicar las nuevas formas de
pensamiento que tenían la pretensión de derrumbar su cuerpo doctrinal, para
ocupar el lugar que, lentamente, iba consiguiendo ocupar la fundación de Cristo en
el Imperio Romano. Sería algo digno de conmemorar por siempre el hecho de que
todos los adeptos de las diferentes ideologías existentes tuviéramos la pretensión
de tener creencias similares, con tal de poder vivir en armonía, pero ello no es
posible que suceda, porque tenemos que poner de nuestra parte un esfuerzo muy
grande para que la citada realidad se lleve a cabo, y pocos son los que están
dispuestos a sustituir sus creencias de siempre por otras que sean análogas o
totalmente diferentes.
Muchas religiones surgidas en el pasado y miles de protestantes, con tal de
menoscabar el prestigio de la Iglesia Católica, para que los seguidores de la misma
se conviertan en sus adeptos, utilizan todo tipo de artimañas, tanto para invalidar
el mensaje que predicamos los católicos, como para darnos a entender, tanto al
mundo como a los católicos, que hemos fracasado estrepitosamente en nuestro
intento de evangelizar a la humanidad.
Los católicos somos humanos, y, por ello, somos imperfectos. Este hecho tiene la
consecuencia de que entre nosotros haya fanáticos indispuestos para dialogar con
quienes tienen creencias diferentes a la fe que profesamos. Por otra parte, si
intentamos utilizar el método histórico-crítico para estudiar la historia de nuestra
Iglesia, nos encontramos con que nuestros ritos no son originales, ni de nuestros
antepasados judíos, ni de los cristianos. Este hecho no significa que no podemos
creer que nuestras creencias nos han sido inspiradas por Dios, pues cualquier
cristiano que conozca mínimamente la forma que la Iglesia ha utilizado para
evangelizar muchas tierras, no ignora que la misma ha consistido en cristianizar
ritos de diferentes religiones.
Veamos un ejemplo de la adaptación que la Iglesia ha hecho de fiestas paganas,
para convertirlas en fiestas cristianas. Con la llegada del invierno, los romanos
celebraban la fiesta del Sol. La Iglesia, conocedora de que en LC. 1 se nos informa
de que Jesucristo es el Sol de justicia, ha querido celebrar el Nacimiento del Mesías
para sustituir la celebración de lo que es un simple astro, por la celebración del
Nacimiento del Hijo del Dios verdadero.
Naturalmente, la gente sencilla, que ha tenido escasas posibilidades de conocer el
Evangelio, hace una mezcla de cristianismo y paganismo para celebrar sus fiestas.
A modo de ejemplo, en mi tierra natal, los días de Todos los Santos y de los fieles
difuntos, encienden velas ante las fotos de sus seres fallecidos, y hacen un trueque
con ellos, pues, a cambio de rezar por la salvación de los tales, los muertos se
comprometen a no aparecérseles para no atormentarlos.
La celebración de Halloween ha extinguido la tristeza de quienes lloran a sus
difuntos, lo cual no es malo porque quienes celebran esa fiesta no saben nada de
demonios ni de religiones ya muertas, y sólo tienen la intención de reírse un poco.
Mi objeción contra esta celebración surge del gusto de los niños y jóvenes de
obligar a la gente a que les dé dulces o dinero, pues las cosas han de pedirse
educadamente todo el año, incluyendo la noche de Halloween. Tampoco me gusta
la costumbre de gastar bromas excesivamente pesadas y de asustar a la gente
hasta el punto de hacer que muchos enfermen, pues opino que debemos reírnos
con la gente, y no debemos burlarnos del sufrimiento ajeno.
No me opongo totalmente a las celebraciones paganas porque no veo las tales
como obras demoníacas, y porque recuerdo que los ritos católicos han sido
adaptados del paganismo. Ahora bien, si muchos protestantes y adeptos de
religiones minoritarias quieren acosarnos diciéndonos que adoramos a Isis, que
practicamos la magia blanca, y otras lindezas que consideramos falsas, quizá
podrán engañar a católicos poco formados e incluso llevárselos a su terreno, pero,
por mínimo que sea nuestro conocimiento de la Biblia y de la Iglesia, no es difícil
conocer sus verdaderas intenciones, que no consisten en aumentar el número de
miembros de sus iglesias o congregaciones, sino en vaciar los templos católicos.
En estos días, los católicos poco formados en nuestra fe son fácilmente
confundidos, porque los cristianos estamos divididos.
¿Qué nos sucederá cuando fallezcamos? Si le hacemos esta pregunta a un testigo
de Jehová, nos dirá que seremos sepultados y desapareceremos cuando nos
convirtamos en ceniza, pero que seremos resucitados, porque permaneceremos en
la memoria de Dios.
Si le hacemos la citada pregunta a un católico, éste nos responderá que, aunque
nuestros cuerpos serán sepultados, nuestras almas serán elevadas a la presencia
de Dios, el cuál nos juzgará, y si le rechazamos nos condenará en el infierno, si aún
no se ha completado nuestra purificación nos llevará temporalmente al purgatorio,
y, si hemos alcanzado la santidad, nos llevará al cielo.
A lo anteriormente expuesto, nuestro testigo de Jehová y los protestantes,
protestarían enérgicamente, afirmando que el purgatorio es un invento católico que
se hizo para que los clérigos ganaran bastante dinero por medio de la concesión de
Indulgencias y de las costosas Misas por las almas purgantes. Por su parte, el
testigo de Jehová, diría que el cielo no es para todos los creyentes, sino para los
ciento cuarenta y cuatro mil cogobernantes de Jesús, entre quienes estarán los
Doce Apóstoles, sus más fieles colaboradores, y todos los gobernantes de la Watch
Tawer.
Dado que he expuesto la doctrina católica al respecto de la salvación de los justos
y la condenación de los pecadores en otras meditaciones, no voy a hacerlo
nuevamente, así pues, concluyo esta meditación pidiéndole a Dios que nos haga
conscientes de la necesidad que tenemos de vivir profesando una sola fe, siendo
miembros de una sola Iglesia o Congregación, y amándonos y respetándonos como
hermanos que somos, porque necesitamos que nuestra fe sea estable para que se
fortalezca, y porque el mundo necesita que acabemos con nuestras disensiones los
cristianos, para poder creer en Dios.
(José Portillo Pérez).