Ventana abierta
Cuando Juan XXIII llegó al Vaticano, recién elegido Papa, encontró
enrarecido el aire, pesado, asfixiante. Entonces dijo: “Abran las ventanas
para que entre aire fresco, nuevo”. Nuestras prácticas religiosas, nuestras
liturgias nos van dejando vacíos, fríos. Algo está pidiendo frescura,
novedad, espíritu. La intuición del Papa nos interroga.
Adviento es ventana abierta por donde entra viento impetuoso, corrientes
de vitalidad inéditas, renovadoras, transformantes. Esperamos un Alguien
que da sentido a la vida, Alguien soñado, deseado, esperado. Alguien llega,
es acogida, bienvenida. Todo tiene sabor de cáliz recién abierto, manteles
extendidos que abrazan y unen corazones.
Isaías irrumpe: “Ábranse los cielos y baje de lo alto, que se derritan los
montes”. Y el texto continúa con figuras que entendemos fácilmente: La
justicia está derruida, somos hojas secas que se lleva el viento, todo es
letargo, soledad, impunidad. Y se oye en lejanía el grito estentreo: “Ven,
Seor, Jesús”. Ven, no tardes”. Es un “ven” que sale del corazón.
Adviento es hora de “excavar el deseo”. No slo el nuestro. También Dios
“excava su deseo” tan anhelado, tan soado de realizar el encuentro con su
criatura, el ser humano, mejor, toda la humanidad. Él está expectante a
esta hora del Adviento. Vigila que todo salga a perfección. Espera que
nosotros también estemos vigilantes para que no se pierda ningún detalle
de la acogida, de la llegada, del encuentro.
Cochabamba 27.11.11.
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com