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III semana de Pascua (Año Par)
Lunes
Jn 6, 22-29
No trabajen por el alimento que se acaba, sino por el que dura para la vida
eterna . Cuando luego de embarcarse la multitud lo vuelve a encontrar en otro lado,
el Seor les echa en cara: “no me buscan por los signos que vieron, sino porque
comieron pan hasta saciarse”. Es decir, slo les interesa el pan, slo les interesa el
beneficio, pero no han sabido interpretar realmente aquel milagro, no lo buscan por
ser Él quien es, el signo no les ha llevado a creer y confiar en Él. Por ello invita a
sus oyentes a trascender la materialidad del milagro para esforzarse “no por el
alimento que se acaba, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el
que les dará el Hijo del hombre” (Jn 6,26-27). El pan de cada día, aunque
importante, no es finalmente lo esencial. Más importante que aquel pan material es
el misterioso pan que “permanece para la vida eterna”, pan que Él dará.
Como respuesta el Señor Jesús les ofrece un signo muy superior a una
repetición del milagro del maná, les ofrece un alimento de otro tipo, les ofrece el
“verdadero pan del Cielo” que Dios da “para la vida del mundo”. El Señor no hace
sino revelarse a sí mismo como ese misterioso Pan afirmando solemnemente: “Yo
soy el pan de vida”.
Este Pan es Cristo mismo, Dios que ante el sufrimiento del pueblo, ante las
pruebas, ante las dificultades de la vida cotidiana, no deja de recordarle: “Yo estoy
con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).
San Pedro Crislogo dice que “Cristo mismo es el pan que, sembrado en la
Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasión, cocido en el Horno del
sepulcro, reservado en la iglesia, llevado a los altares, suministra cada día a los
fieles un alimento celestial”.
Por su parte san Agustín expresa que “La Eucaristía es nuestro pan cotidiano.
La virtud propia de este divino alimento es una fuerza de unión: nos une al Cuerpo
del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que
recibimos (…). Este pan cotidiano se encuentra, además, en las lecturas que oímos
cada día en la iglesia, en los himnos que se cantan y que ustedes cantan…
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)