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IV semana de Pascua (Año Par)
Martes
Jn 10, 22-30
(Cfr. Juan Pablo II, Audiencia general, miércoles 8 de julio de 1987)
El Padre y yo somos uno . Jesús está unido al Padre con un vínculo de
pertenencia particular. “Todo lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío”, dice en la oración
sacerdotal, al despedirse de los Apóstoles para ir a su pasión. Y entonces pide la
unidad para sus discípulos, actuales y futuros, con palabras que ponen de relieve la
relación de esa unión y “comunión” con la que existe sólo entre el Padre y el Hijo.
En efecto, pide: “Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mi y yo en ti, para
que también ellos sean en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado. Yo les
he dado la gloria que tú me diste, a fin de que sean uno como nosotros somos uno.
Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno y conozca el mundo que
tú me enviaste y amaste a éstos como me amaste a mí” (Jn 17, 21-23).
Jesús nos revela qué unidad, qué “comunión” existe entre Él y el Padre: el
Padre está “en el” Hijo y el Hijo “en el” Padre. La compenetración recíproca del
Padre y del Hijo revela la medida de la recíproca pertenencia y la intimidad de la
recíproca realización del Padre y del Hijo. Jesús la explica cuando afirma: “Todo lo
mío es tuyo, y lo tuyo mío” (Jn 17, 10). Es una relación de posesión recíproca en la
unidad de esencia, y al mismo tiempo es una relación de don. De hecho dice Jesús:
“Ahora saben que todo cuanto me diste viene de ti” (Jn 17, 7).
El Hijo es “irradiación de su (del Padre) gloria”, e “impronta de su substancia”
(Heb 1, 3). Es “imagen del Dios invisible” (Col 1, 15). Es la epifanía de Dios.
Cuando se hizo hombre, asumiendo “la condición de siervo” y “haciéndose
obediente hasta la muerte” (cf. Flp 2, 7-8), al mismo tiempo se hizo para todos los
que lo escucharon “el camino”: el camino al Padre, con el que es “la verdad y la
vida” (Jn 14, 6).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)