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V semana de Pascua (Año Par)
Viernes
Jn 15, 12-17
Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros . Cristo ha revelado
cuál es siempre la fuente suprema de la vida para todos y, por tanto, también para
la familia: “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he
amado. Nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos” (Jn 15, 12-
13). El amor de Dios mismo se ha derramado sobre nosotros en el bautismo. De ahí
que las familias están llamadas a vivir esa calidad de amor, pues el Señor es quien
se hace garante de que eso sea posible para nosotros a través del amor humano,
sensible, afectuoso y misericordioso como el de Cristo.
El amor es exigente. Cristo dice: “Nadie tiene amor mayor que el que da la
vida por sus amigos" (Jn 15, 13). El amor llevará a Jesús a la cruz. Todo discípulo
debe recordarlo. El amor viene del Cenáculo y vuelve a él. En efecto, después de la
resurrección, precisamente en el Cenáculo los discípulos meditarán en las palabras
pronunciadas por Jesús el Jueves santo y tomarán conciencia del contenido salvífico
que encierran. En virtud del amor de Cristo, acogido y correspondido, ahora son sus
amigos: “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a
ustedes los llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se lo he dado a
conocer” (Jn 15, 15).
El sacrificio, la comunión, la presencia y oración es la mejor escuela donde se
puede aprender a vivir el gran mandamiento: amarás a Dios y servirás con ese
mismo amor a tus hermanos. Esta consigna pasa hoy a nosotros: en cuanto
cristianos, estamos llamados a ser testigos del amor. Este es el “fruto” que estamos
llamados a dar, y este fruto “permanece” en el tiempo y por toda la eternidad.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)