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V semana de Pascua (Año Par)
Sábado
Jn 15, 18-21
Si fueran del mundo, el mundo los amaría . Es verdad que a menudo
experimentamos que el mundo ama “lo suyo”: “Si fueran del mundo, el mundo
amaría lo suyo” (Jn 15, 19). En el evangelio de san Juan, con el término el mundo
se designa a menudo el ambiente hostil a Dios y al Evangelio: ese mundo humano
que no acepta la luz (1, 10), no reconoce al Padre (17, 25), ni al Espíritu de verdad
(14, 17); y está lleno de odio hacia Cristo y sus discípulos (7, 7; 15, 18-19).
Jesús no quiere orar por ese mundo (17, 9) y arroja al “príncipe de este
mundo”, que es Satanás (12, 31). En este sentido, los discípulos no son del mundo,
como Jesús mismo no es del mundo (17, 14. 16; 8, 23). Esa neta oposición se
manifiesta también en la primera carta de Juan: “Sabemos que somos de Dios y
que el mundo entero yace en poder del maligno” (1 Jn 5, 19).
Por otra parte, en el mismo evangelio de san Juan el concepto de mundo se
refiere también a todo el ámbito humano, al que está destinado el mensaje de la
salvación: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que
crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Si Dios ha amado al
mundo, donde reinaba el pecado, este mundo recibe con la Encarnación y la
Redención un nuevo valor y debe ser amado. Es un mundo destinado a la
salvación: “Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para
que el mundo se salve por él” (Jn 3, 17).
La Gaudium et Spes no ignora el influjo del pecado en el mundo, pero subraya
que el mundo es bueno en cuanto creado por Dios y en cuanto salvado por Cristo.
Se comprende, por consiguiente, que el mundo, considerado en su lado positivo,
que recibe de la creación y de la Redención constituye “el ámbito y el medio de la
vacación cristiana de los fieles laicos, porque él mismo está destinado a dar gloria a
Dios Padre en Cristo” (Christifideles laici, 15). A ellos, pues, según el Concilio,
corresponde de manera especial actuar en él, para que se lleve a cumplimiento la
obra del Redentor.
Por tanto, cuando Jesús dice: Si fueran del mundo, el mundo los amaría,
designa que no podemos estar al mismo tiempo con Él o contra Él, en otras
palabras, no podemos estar en el mundo hostil a Dios y al Evangelio: ese mundo
humano que no acepta la luz (1, 10), que no reconoce al Padre (17, 25), ni al
Espíritu de verdad (14, 17); y está lleno de odio hacia Cristo y sus discípulos (7, 7;
15, 18-19).
Padre Félix Castro Morales
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Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)