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VI semana de Pascua (Año Par)
Sábado
Jn 16, 23-28
Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y me voy al Padre .
Este anuncio se cumplió a los cuarenta días de la resurrección. “ Jesús... ascendió al
cielo ” ( Hch 1, 2; cf. ibíd . 1, 11). Subió a los cielos. La liturgia de hoy nos hace
presente este misterio de la fe, como un preludio de la solemnidad de mañana, la
ascensión del Señor.
Más de una vez Cristo habla del misterio de su Persona, y la expresión más
sintética parece ser ésta: “Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo
y me voy al Padre” (Jn 16, 28). Jesús dirige estas palabras a los Apóstoles en el
discurso de despedida, la vigilia de los acontecimientos pascuales. Indican
claramente que antes de “venir” al mundo Cristo “estaba” junto al Padre como Hijo.
Indican, pues, su preexistencia en Dios. Jesús da a comprender claramente que su
existencia terrena no puede separarse de dicha preexistencia en Dios. Sin ella su
realidad personal no se puede entender correctamente.
Cuando Jesús alude a la propia venida desde el Padre al mundo, sus palabras
hacen referencia generalmente a su preexistencia divina. Esto está claro de modo
especial en el Evangelio de Juan. Jesús dice ante Pilato: “Yo para esto he nacido y
par esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad” (Jn 18, 37).
Salí del Padre y vine al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre" (Jn
16, 28). "Dejo el mundo", aunque no me separo del mundo. Permanezco en él por
medio del Espíritu Santo. Permanezco en él mediante la verdad del Evangelio.
Mediante la Eucaristía y la Iglesia. Mediante la Palabra y los Sacramentos. Mediante
la gracia de la filiación divina. Mediante la fe, la esperanza y la caridad.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)