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VII semana de Pascua (Año Par)
Sábado
Jn 21, 20-25
Este es el discípulo que ha escrito estas cosas, y su testimonio es verdadero .
En efecto, en las santas Escrituras aunque se digan muchas cosas que parecen
increíbles, con todo, son verdaderas; en esta palabra, testimonio es verdadero”, no
se pueden encontrar ni cosas ni sentencias contradictorias entre sí, “nada
discrepante, nada diverso”, por lo cual, “cuando las Escrituras parezcan entre sí
contrarias, lo uno y lo otro es verdadero aunque sea diverso”.
San Jerónimo escribe: “A nadie le quepa duda de que han sucedido realmente
las cosas que han sido escritas”; coincidiendo con San Agustín, que, hablando de
los Evangelios, dice: “Estas cosas son verdaderas y han sido escritas de El fiel y
verazmente, para que los que crean en su Evangelio sean instruidos en la verdad y
no engañados con mentiras”.
El Señor cuando hablaba sobre la Escritura decía: escrito está y conviene que
se cumpla la Escritura. El Señor Jesús, en los sermones que dirigió al pueblo, sea
en el monte junto al lago de Genesaret, sea en la sinagoga de Nazaret y en su
ciudad de Cafarnaum, sacaba de la Sagrada Escritura la materia de su enseñanza y
los argumentos para probarla. En realidad, de las Escrituras tomaba las armas
invencibles para la lucha con los fariseos y saduceos. Así, pues, ya enseñe, ya
dispute, de cualquier parte de la Escritura aduce sentencias y ejemplos, y los aduce
de manera que se deba necesariamente creer en ellos.
Volviendo a la doctrina de San Jerónimo acerca de la importancia y de la
verdad de la Escritura es, para decirlo en una sola palabra, la doctrina de Cristo.
Por esto, todos los hijos de la Iglesia penetrados y fortalecidos por la suavidad de
las Sagradas Letras, han de llegar al conocimiento perfecto de Jesucristo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)