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VIII semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Martes
Mc 10, 28-31
Recibirán cien veces más en esta vida, junto con persecuciones; y en el otro
mundo, la vida eterna . Jesús puede en verdad garantizar una existencia feliz y la
vida eterna, pero por un camino diverso del que imaginaba el joven rico, es decir,
no mediante una obra buena, un servicio legal, sino con la elección del reino de
Dios como “perla preciosa” por la cual vale la pena vender todo lo que se posee (cf.
Mt 13, 45-46). El joven rico no logra dar este paso. A pesar de haber sido
alcanzado por la mirada llena de amor de Jesús (cf. Mc 10, 21), su corazón no logró
desapegarse de los numerosos bienes que poseía.
Por eso Jesús da esta enseñanza a los discípulos: “¡Qué difícil es que los que
tienen riquezas entren en el reino de Dios!” (Mc 10, 23). Las riquezas terrenas
ocupan y preocupan la mente y el corazón. Jesús no dice que sean malas, sino que
alejan de Dios si, por decirlo así, no se “invierten” en el reino de los cielos.
Por tanto, para alcanzar la salvación es preciso abrirse en la fe a la gracia de
Cristo, el cual, sin embargo, pone una condición exigente a quien se dirige a
él: “Ven y sígueme” (Mc 10, 21). Los santos han tenido la humildad y la valentía de
responderle “sí”, y han renunciado a todo para ser sus amigos.
Para nuestra sociedad existe un obstáculo para un encuentro con el Dios vivo:
el materialismo. Es fácil ser atraídas por las posibilidades casi ilimitadas que la
ciencia y la técnica nos ofrecen; es fácil cometer el error de creer que se puede
conseguir con nuestros propios esfuerzos saciar las necesidades más profundas. Sin
embargo, el corazón del hombre necesita hoy ser llamado de nuevo al objetivo
último de su existencia. Necesitamos reconocer que en nuestro interior hay una
profunda sed de Dios. Necesitamos tener la oportunidad de enriquecernos del pozo
del amor infinito de Dios. Hoy el señor nos llama a cultivar nuestra relación con
Cristo, que ha venido para que tuviéramos la vida en abundancia (cf. Jn 10,10).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)