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IX semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Martes
Mc 12, 13-17
Den al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios. En el pasaje del
evangelio de hoy resalta la respuesta de Jesús a algunos judíos que, como en otras
circunstancias, trataban de ponerlo a prueba. Jesús evita la trampa, actuando como
un Maestro de gran sabiduría, que enseña fielmente el camino de Dios sin ceder a
componendas.
No pocas veces este principio se usa para hablar de la separación del estado y
la religión, para designar la autoridad civil y la religiosa, separación entre las
estructuras del mundo y el misterio del Reino; también se usa para referirse a la
justicia, dar a cada quien lo que es suyo… Hoy proponemos orientar nuestras
baterías hacia la distinción entre el servicio de Dios y el servicio de la comunidad
política: “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21),
en otro principio evangélico: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”
(Hch 5, 29)
Este luminoso principio evangélico ha orientado a la Iglesia desde sus
orígenes, impulsándola a mostrar gran respeto por las instituciones civiles. En ellas,
y en los hombres que asumen su responsabilidad, se ha de ver un signo de la
presencia de Dios, que guía los acontecimientos de la historia. “Omnis potestas a
Deo” (Rm 13, 1): todo poder viene de Dios. En esto se basa el deber de
acatamiento a las leyes y a quienes ejercen la autoridad.
La autoridad pública está obligada a respetar los derechos fundamentales de la
persona humana y las condiciones del ejercicio de su libertad. Todo se debe
someter a la soberanía de Dios, hasta el punto de que en ningún caso puede llegar
a ser obligatorio lo que se opone a la ley divina. El cristiano debe ser firme testigo
de este principio, yendo, cuando sea necesario, "contra corriente". En ese caso
encontrará apoyo en la fuerza de la oración. Como la primera comunidad de Roma,
a comienzos del siglo II, los creyentes invocan la ayuda divina para cuantos están
investidos de responsabilidades públicas, a fin de que el Señor dirija sus decisiones
según lo que es bueno y agradable a sus ojos (cf. Primera Carta de san Clemente a
los Corintios, LXI, 1).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)