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IX semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Miércoles
Mc 12, 18-27
Dios no es dios de muertos, sino de vivos . El evangelio de hoy nos invita a
reflexionar en la realidad consoladora de la resurrección de los muertos. La
tradición bíblica y cristiana, fundándose en la palabra de Dios, afirma con certeza
que, después de esta existencia terrena, se abre para el hombre un futuro de
inmortalidad.
La fe en la resurrección de los muertos se basa, como recuerda la página
evangélica de hoy, en la fidelidad misma de Dios, que no es Dios de muertos, sino
de vivos, y comunica a cuantos confían en él la misma vida que posee plenamente.
En efecto, Dios es “Dios de vivos” y a cuantos confían en él les concede la vida
divina que posee en plenitud. Él, que es el „Viviente‟, es la fuente de la vida.
Se ha dicho, y es verdad, que “hace más ruido un árbol que cae que un
bosque que crece”. Los periódicos generalmente están llenos de “otras historias”,
las que manifiestan los límites de nuestra humanidad y la triste herencia del pecado
original. Sin embargo, no debemos olvidar que la historia de los hombres es, sobre
todo, una historia de gracia, siempre sostenida e iluminada por la providencia de
Dios, y en la que los verdaderos héroes son los santos que la llenan, los
reconocidos y también los no canonizados: este es precisamente el bosque que
crece silenciosamente, por obra y gracia del „Viviente‟, fuente de la vida.
La vida entregada, regalada, “gastada” en favor de los otros, no muere nunca:
permanece para siempre; porque “Ser testigo de Cristo es ser “testigo de su
Resurrección” (Hch 1, 22; cf. 4, 33), “ haber comido y bebido con El después de
su Resurrección de entre los muertos” (Hch 10, 41). La esperanza cristiana
en la resurrección está totalmente marcada por los encuentros con Cristo
resucitado. Nosotros resucitaremos como El, con El, por El” (CIgC 995)
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)