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X semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Jueves
Mt 5, 20-26
Todo el que se enoje contra su hermano, será llevado ante el tribunal. Jesús
recogió los diez mandamientos, pero manifestó la fuerza del Espíritu operante ya en
su letra. Predicó la „justicia que sobre pasa la de los escribas y fariseos‟ (Mt 5, 20),
así como la de los paganos (cf Mt 5, 46-47). Desarrolló todas las exigencias de los
mandamientos: “han oído que se dijo a los antepasados: No matarás... Pues yo les
digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal”
(Mt 5, 21-22).
„La vida humana es sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción
creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su
único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie,
en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a
un ser humano inocente‟ (Instrucción "Donum vitae" intr. 5; Cfr. CIgC 2258).
En esta página evangélica, se nos dice que “El odio voluntario es contrario a la
caridad. El odio al prójimo es pecado cuando se le desea deliberadamente un mal.
El odio al prójimo es un pecado grave cuando se le desea deliberadamente un daño
grave. „Pues yo les digo: Amen a sus enemigos y rueguen por los que los persigan,
para que sean hijos de su Padre celestial...‟ (Mt 5, 44-45; Cfr. CIgC 2303).
Jesús mismo es el “cumplimiento” vivo de la Ley, ya que él realiza su auténtico
significado con el don total de sí mismo; él mismo se hace Ley viviente y personal,
que invita a su seguimiento, da, mediante el Espíritu, la gracia de compartir su
misma vida y su amor, e infunde la fuerza para dar testimonio del amor en las
decisiones y en las obras (cf. Jn 13, 34-35).
Cada uno de nosotros, desde nuestro conocimiento y desde nuestro libre
actuar, somos responsables de nuestros actos y estamos sometido al juicio de Dios,
juez justo y bueno que premia el bien y castiga el mal, como nos lo recuerda el
apóstol Pablo: “Es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto
ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante
su vida mortal, el bien o el mal” (2 Co 5, 10). Por consiguiente, es mejor
arreglarnos en el amor y en paz con nuestros hermanos.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)