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El Corazón Inmaculado de María
Lc 2, 41-51
María conservaba en su corazón todas aquellas cosas. Después de haber
celebrado la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, hoy recordamos el Corazón
inmaculado de María. Nos unimos, pues, hoy al Corazón de la Madre, que desde el
momento de la concepción conoce mejor el corazón humano de su divino Hijo: “De
su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia” (Jn 1, 16).
El corazón de María se abrió hacia nosotros en el Calvario por las palabras que
pronunció Jesús, mientras agonizaba: «“Mujer, he ahí a tu hijo”. Luego dijo al
discípulo: "He ahí a tu madre". Y desde ese momento el discípulo la acogió en su
casa» (Jn 19, 26-27). Al pie de la cruz, María se convirtió en madre de todos los
hombres redimidos por Cristo. Bajo su maternal protección acogió a Juan y acogió a
todo hombre. Desde entonces la mayor solicitud de su Corazón inmaculado es la
salvación eterna de todos los hombres.
María no solamente ha sido el más grande ejemplo de Fe, sino el modelo más
perfecto del amor humano. Y por esto mismo, es el corazón que más se asemeja al
de Cristo. En efecto, Santa María no tuvo más corazón ni más vida que la de Jesús.
Una vida y un corazón humanos pero de Jesús.
Es a la Madre de Dios a quien hemos de acudir para pedirle que nos enseñe a
amar más, a entregar más, a ser más justos, a rogarle que con su corazón
dulcísimo nos proteja, nos enseñe, nos guíe. Sí, el inmaculado corazón de María,
puede convertir nuestro egoísmo y amor
propio en caridad y amor a Dios. El corazón entregado de María nos enseña a
pedirle confiados a Dios: “Padre, mi corazón puede poco ¡Haz que te ame mas!”.
Que la riqueza del Corazón de Cristo y la ternura del Corazón de María nos
acompañen y nos sostengan siempre.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)