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Día litúrgico: Jueves XXXI del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 15,1-10): En aquel tiempo, todos los publicanos y los
pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas
murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».
Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si
pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la
que se perdió hasta que la encuentra? (). Os digo que, de igual modo, habrá
más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y
nueve justos que no tengan necesidad de conversión ().
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del
Vaticano, Vaticano)
El "pecado original": ¡Oh, feliz culpa!
H oy, las palabras del Señor nos dan luz para penetrar en el misterio del mal. Si Dios es
bueno, ¿por qué permite el mal? Más aún: ¿por qué el "pecado original"? Una primera
respuesta: después de haber terminado la creación, Dios no se retiró. ¡Ahí está la
imponente obra de la redención!
Toda la creación apunta a nuestra filiación divina: ¡hijos de Dios! Y, por tanto, libres,
con todas las consecuencias: Dios permite que el hombre "desbarate" sus planes. Sí, Dios
ha permitido que Adán —con el "pecado de los orígenes"— derribara su proyecto, pero
a condición de crear algo nuevo y mejor: Dios respondió entregándose con más fuerza
aún en la persona de Cristo.
—Dios mío, quiero cantar —como en la Vigilia Pascual— el "Oh, feliz culpa, que nos ha
merecido tan gran Redentor!". Tu perdón, Señor, es la mayor manifestación de la fuerza
irrefrenable de tu amor, y mi conversión es la alegría del cielo.
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