Jueves 03 de Noviembre de 2011
Jueves 31ª semana de tiempo ordinario 2011
Romanos 14,7-12
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí
mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en
la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser
Señor de vivos y muertos. Tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú, ¿por qué
desprecias a tu hermano? Todos compareceremos ante el tribunal de Dios, porque
está escrito: "Por mi vida, dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, a mí me
alabará toda lengua." Por eso, cada uno dará cuenta a Dios de sí mismo.
Salmo responsorial: 26
R/Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
El Señor es mi luz y mi salvación, / ¿a quién temeré? / El Señor es la defensa
de mi vida, / ¿quién me hará temblar? R.
Una cosa pido al Señor, / eso buscaré: / habitar en la casa del Señor / por
los días de mi vida; / gozar de la dulzura del Señor, / contemplando su templo. R.
Espero gozar de la dicha del Señor / en el país de la vida. / Espera en el
Señor, sé valiente, / ten ánimo, espera en el Señor. R.
Lucas 15,1-10
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a
escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los
pecadores y come con ellos." Jesús les dijo esta parábola: "Si uno de vosotros tiene
cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras
la descarriada hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los
hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para
decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo
que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta
que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una
lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la
encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles "¡Felicitadme!, he encontrado
la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los
ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta."
COMENTARIOS
Oraciones a Jesucristo
a buscar la oveja perdida
Ven, Señor Jesucristo, para enseñarnos lo más elevado de las virtudes has
subido al monte con tus discípulos, les has enseñado las Bienaventuranzas y las
virtudes sublimes, prometiéndoles las recompensas propias a cada uno. Concede a
mi fragilidad escuchar tu voz, aplicarme, por su práctica, a adquirir el mérito de las
virtudes, a fin de que por tu gran misericordia obtenga la recompensa prometida.
Haz que, considerando el salario, no rechace el esfuerzo del trabajo. Haz que la
esperanza de la salvación eterna me dulcifique la amargura del remedio inflamando
mi alma con el esplendor de tu obra. Señor, de miserable como soy haz de mí un
bienaventurado; por tu gracia condúceme de la felicidad de aquí abajo, a la
felicidad de la patria.
Ven, Señor Jesús, a buscar a tu servidor, a buscar a tu oveja errante y
extenuada. Ven, Esposo de la Iglesia, a buscar la dracma perdida. Ven, Padre de
misericordia, a recibir al hijo pródigo que vuelve a ti. Ven pues, Señor, porque sólo
tú puedes llamar de nuevo a la oveja que se extravia, encontrar la dracma perdida,
reconciliar al hijo fugitivo. ¡Ven, a fin de que haya salvación en la tierra y gozo en el
cielo! Conviérteme a ti y dame poder llevar una verdadera penitencia para que yo
sea ocasión de gozo para los ángeles. ¡Dulcísimo Jesús, te lo ruego, por la
inmensidad de tu amor hacia mí, pecador, que te ame sólo a ti, por encima de
todo, que sólo sea consolado por ti, mi dulcísimo Dios!
Ludolfo de Sajonia (hacia 1300-1378), dominico, después cartujo en
Estrasburgo