COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones radiales de Monseñor Rubén Oscar Frassia
Domingo 06 de noviembre de 2011 – 32º durante el año
Evangelio según San Mateo 25, 1-13 (ciclo A)
Jesús dijo a los discípulos esta parábola: “el Reino de los Cielos será
semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del
esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras
que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus
frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron
dormidas.
Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su
encuentro'.
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite,
porque nuestras lámparas se apagan?'.
Pero estas les respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que
vayan a comprarlo al mercado'.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él
en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y
dijeron: 'Señor, señor, ábrenos', pero él respondió: 'Les aseguro que no las
conozco'.
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.
Atentos y vigilantes
El Evangelio de este día nos habla de dos actitudes: la espera y la
vigilancia; y de cómo en la vida tenemos que aprender a esperar y vigilar.
Esperar, es que el Señor venga y vigilar es estar atentos, discernir, para no
vivir distraídos, para no ser imprudentes.
Esa es una actitud de responsabilidad, porque uno no puede vivir sin
esperar, no puede estar, “inmaduramente”, sin atenernos a aquello que
nosotros tenemos que ofrecer, que explicar, que dar.
La vida es una vida de discernimiento y es necesario pensar y discernir.
Discernir porque el Señor viene.
Discernir qué cosas nos hacen estar preparados y qué cosas nos debilitan y
hacen mal
Una cualidad de la actitud de la vigilancia es permanecer despiertos. A
veces uno está como dormido. Dormido en los sentimientos, dormido en los
valores, dormido en las actitudes, dormido ante el reconocimiento de los
demás; pensamos que siempre vamos a contar con los demás, que siempre
va a estar todo igual; pero yo sé -como Obispo y sacerdote- cuántas veces
uno se lamenta ante un ser querido que lo tenía y después no lo tiene más,
preguntándose “¿por qué no hice esto?”, “¿por qué no le dije lo otro?”, “¿por
qué no lo traté bien?”, “¿por qué no le dije que lo quería?”. Actitud de
espera y de discernimiento para saber qué cosas tienen que entrar en
nuestra vida y qué cosas no.
Hay que reconocer, a través de la atención, dónde está la voluntad de Dios
en los signos de los tiempos; dónde está la voluntad de Dios en mi vida
personal; dónde está la voluntad de Dios en mi familia; dónde está la
voluntad de Dios en mi trato social, laboral o lo que yo tenga que hacer en
la sociedad; dónde está la voluntad de Dios en mi respuesta como creyente,
como cristiano, en la Iglesia , a través del apostolado, a través del
compromiso, a través de mi actitud cristiana.
Que estemos atentos y despiertos para saber que el Señor viene. ¡Que no
nos agarre desprevenidos!, y para que no nos tome por sorpresa,
necesariamente hay que estar preparados. Repito: que no nos agarre
desprevenidos.
Que el Señor los bendiga, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.