Ciclo A. XXXII Domingo del Tiempo Ordinario A
Julio César Villalobos, C.M.
Escuché una vez esta historia. Había una vez un Señor que estaba en el desierto
extenuado, cansado, sin ganas de avanzar hacia adelante, y por supuesto, con sed.
Se había desmayado por unos instantes…Al despertar, divis a lo lejos algo “raro”.
No sabía qué era. ¿Será una ciudad para que me acojan?, ¿será un espejismo?,
¿será una ilusin o algo pasajero?, ¿será que vienen por mí?…empezaba a hacerse
estas y otras preguntas más. Mientras se hacía estas preguntas, hacía todo el
esfuerzo por acercarse a esa cosa rara. Mientras más se acercaba, podía divisar
algo más concreto. De pronto las fuerzas se le fueron, y por 2da vez se desmayó
por unos instantes: ¿será mi última oportunidad que la vida me da para descubrir lo
que realmente necesito para vivir?… De pronto divis que era una máquina vieja,
toda sucia, llena de xido, sin uso…era una máquina para sacar agua manualmente.
Y pens para sí: ¿“funcionará esta máquina? o ¿me doy por vencido? Se acerca a
esta máquina. Al lado de ella hay una botella con una inscripción dentro. Empezó
entonces a manipular la palanca de esa máquina vieja de sacar agua manualmente.
Lo hacía una y otra vez, de arriba abajo. Pero se cansó y por 3ra vez se desmayó
por unos segundos. Cuando se despert hizo lo que le dijeron en su sueo: “sigue
así y conseguirás lo que quieras”. Se levant y retom su tarea. Hizo tantos
esfuerzos que hasta se intentó colgar de aquella palanca para que tenga mejor
movilidad…y ¿saben?…no consigui nada. Esta vez no se desmay, pero sentado
razon por última vez: “¿y si hago mi mejor esfuerzo y pienso que si lo
consigo?”…Insisti por 3ra vez con aquella máquina, de tanto insistir vio que salía
una pequea gota, y luego otras más…hasta que consiguió un buen chorro de agua.
Pudo tomar el agua que quiso, se bañó, etc. Pero mirando aquella botella, con esa
inscripcin que decía: “manipula la palanca y conseguirás el agua que quieras”,
tomó unas hojas de plantas viejas que había por allí y las utiliz como “lapicero”…y
escribi en ese papel: “POR FAVOR CREAN LO QUE DICE EL MENSAJE”.
Si analizamos las lecturas de hoy domingo, podemos ver que estas cambian
“ligeramente” de lenguaje. Como preparándonos a los acontecimientos que se
avecinan: Adviento y Navidad.
La esperanza, que es Dios mismo, está puesta en la 1ra lectura como la Sabiduría
(Sab.6,12-16). Esta está a nuestro alcance, y nos da seguridad: “…el que vela por
ella pronto se ve libre de preocupaciones”. Dios nunca nos abandona. Él permanece
fiel aunque nosotros le fallemos. Si amamos de verdad a Dios, lo podremos sentir,
tocar, palpar, proclamar, lo podemos ver.
Entendemos por qué el salmista dirá: “Mi alma está sedienta de ti”, “toda mi vida te
bendeciré y alzaré las manos invocándote” (Salmo 62). Por eso es que urge la
necesidad de buscar a Dios y dejarse encontrar por él. El Señor de la historia,
perseveró en su intento de beber agua, no se desanimó a pesar de las dificultades.
Simplemente aprendió a confiar.
Dios no falla, él llega sin avisar, pero llega. El evangelio de hoy (Mt.25,1-13) nos
muestra un pasaje, con una parábola muy conocida por todos: la Parábola de las 10
vírgenes. Unas prudentes y otras necias. Por un lado están las personas que
quieren aceptar a Dios en su vida. Por otro lado las personas que no quieren a Dios
en su vida, o las personas que quieren prescindir de Él. ¿No será que el mundo está
como está porque prescinde siempre de Dios? ¿Qué hubiera pasado si aquel
hombre de la historia no hubiera perseverado?, simplemente no hubiera conseguido
lo que esperaba.
Buscar la Esperanza, no falla. ¿Te animas a encontrarla?
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)