XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Pautas para la homilias
"Abre su mano al necesitado y extiende su brazo al pobre".
Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza
La precariedad económica ha dejado en un segundo plano el papel de la lucha por
la igualdad de la mujer en nuestra sociedad. Lo que vivimos no es un problema de
género. Lo que vivimos es algo que nos interpela a todos. Es algo que ya no se
cuestiona, y como el problema es más globalizado, hombres y mujeres hemos de
emprender un camino de búsqueda de soluciones y decisiones, para que lo más
necesario sea lo más urgente.
Una lectura desde las coordenadas históricas actuales de este pasaje de los
proverbios, en el cual subyace una visión patriarcal, hoy no sería aceptable y
despertaría un interminable debate, en el que muchas posturas se situarían en un
radicalismo o extremismo de enfrentamientos innecesarios. El papel de la mujer en
la sociedad está más igualado, gracias a Dios, y a su lucha constante por no
acomodarse a los papeles asignados por la cultura. Aún más, esa lucha por la
igualdad está más arraigada en nuestros días. Sin embargo, haciendo una relectura
pausada y serena, de este pasaje podremos entresacar ideas que confirman una
alabanza a la mujer, pero no de manera exclusiva a su género o papel.
En hebrero espíritu (ruah) y sabiduría (hokma) son términos femeninos: el aliento
de Dios y la Sabiduría de Dios están arraigados en la madre que se asemeja a la
sabiduría para que pudiera iniciar a sus hijos en la prudencia. Se presenta aquí a la
mujer como la maestra de la virtud de la sabiduría y de la prudencia. Pero no
hemos de olvidar que es una analogía. Lo que se dice de la mujer hemos de
entenderlo en el modo en que hay una manera de ser definida como femenina del
mismo Dios. Abriendo sus manos al necesitado y extendiendo su brazo al pobre,
nos presenta su sentido de la solidaridad y compasión. Y como ejemplo de la
sabiduría de Dios, se hace una llamada a todos, hombres y mujeres, a igualarnos,
no en la lucha por la supremacía de lo patriarcal o lo matriarcal, sino igualarnos en
la semejanza que hombres y mujeres podemos tener con la sabiduría, la
generosidad, la prudencia, y la solidaridad de Dios. El canto de alabanza que
propone los proverbios será por el éxito de su trabajo, y que ha de ser cantado en
un lugar público, en la plaza.
No durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados
El día o venida del Señor, obsesionó a los cristianos de tesalónica. La tensión entre
el aquí y el ahora frente a lo que está por venir, Pablo lo resuelve diciendo, que
nada tiene que decir respecto al tiempo y a las circunstancias. Emplaza a la
comunidad de tesalónica a no vivir entre seguridades absolutas, sino a vivir entre
un velar y un dormir, entre una luz y unas tinieblas, por lo imprevisible e
inoportuna que puede ser la vida. No podemos acomodarnos a ninguna situación o
circunstancia, porque todas son cambiantes en el tiempo, y prepararnos para vivir
con fe y esperanza cada una de ellas, según se vayan dando, parece lo más
oportuno. Escoger vivir como hijo de la luz, y vivir sin miedo, como hijos del día es
la propuesta paulina.
Parece más sensato para Pablo vivir en la sobriedad, a pesar del tiempo y las
circunstancias, que vivir encogidos por el miedo a un futuro incierto e impreciso.
"Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco."
La parábola de los talentos, nos sitúa ante el miedo a las exigencias y el
compromiso con los dones recibidos. Alguien nos puede pedir cuenta de ellos, y por
eso, no podemos escondernos y paralizarnos por el miedo. Nadie nos pide que
salvemos el mundo, sino que emprendamos un camino de transformación según
nuestra capacidad. A nadie se le exige lo que no puede dar, pero sí se le exige en lo
poco o en lo mucho que puede aportar, sobre todo si uno se sitúa ante la pasividad
provocada por el miedo, que nos conduce al abandono de la confianza.
No es una cuestión de superioridad o de comparación entre las capacidades de unos
y de otros, sino una cuestión de saber responder a lo que se nos pide con
responsabilidad y valentía. La respuesta es personal y libre y no permite excusas. Y
es una respuesta a la gracia de Dios, que nos ha confiado sus dones. Tampoco es
una diferencia injusta de oportunidades, sino una respuesta que cuestiona nuestra
esperanza y nuestra confianza en Cristo que nos libera, y nuestra capacidad para
responder con gratitud por esos dones.
Fr. Alexis González de León O.P.
Convento de Ntra. Sra. de Candelaria (Tenerife)
Con permiso de dominicos.org