1
XI semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Mt 5, 38-42
Yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo . “El hombre bueno, del
buen tesoro saca cosas buenas y el hombre malo, del tesoro malo saca cosas
malas”. Cuando en la Biblia se habla del “ojo del hombre, se hace referencia al
reflejo o espejo de lo que hay en el corazón del hombre. Cuando los hebreos decían
de un hombre que tenía ojo bueno, querían decir que tenía un corazón generoso y
benéfico. Un hombre con ojo malo en cambio era aquel que tenía un corazón lleno
de envidia: “Maligno es el ojo del envidioso” (Eclo 14,8). El hombre con “ojo malo”
es incapaz de ver la bondad en el corazón ajeno. El hombre cuyo corazón está lleno
de envidia es incapaz de alegrarse por el beneficio que recibe su prójimo. De este
modo el envidioso «desprecia su misma alma» (Eclo 14,8), es decir, su veneno
termina volviéndose contra él mismo. De este hombre es del que Jesús, en la
página evangélica nos dice: Yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo.
También este expresión nos lleva reaccionar amando cuando somos
insultados: amar a la persona del enemigo y odiar el insulto, y, más aún,
compadecerse de él que molestarse con él, así como un doctor ama a sus pacientes
y prescribe para ellos con el necesario cuidado, pero odia la enfermedad y lucha
con todos los recursos a sus disposición para alejarla, destruirla y hacerla
inofensiva. Y esto es lo que el Maestro y Doctor de nuestras almas, Cristo nuestro
Señor, enseña cuando dice: «Amen a sus enemigos, hagan el bien a aquellos que
los odian, y rueguen por los que los persiguen y calumnian” (Mt 5, 44).
El hombre malo cae bajo el desagrado y la ira de Dios, o a menos que se
corrijan a tiempo y hagan penitencia, tendrá que soportar la desgracia y el
tormento eternos, y perderán el interminable honor de ser ciudadanos del cielo. Los
hombres malos realizan un acto de lo más agradable para el diablo y sus ángeles,
que urgen a este hombre a hacer una cosa injusta a aquel hombre con el propósito
de sembrar la discordia y la enemistad en el mundo. Y cada uno debe reflexionar
con calma cuán desgraciado es agradar al enemigo más fiero de la raza humana, y
desagradar a Cristo.
Por lo tanto, puesto que el hombre insensato, a pesar del mandamiento de
Cristo, se niega a reconciliarse con sus enemigos, se expone al desastre total, todos
los que son sabios escucharán la doctrina que Cristo, el Señor de todo, nos ha
enseñado en el Evangelio con sus palabras, y en la Cruz con sus obras. Yo les digo
que no hagan resistencia al hombre malo
Padre Félix Castro Morales
2
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)