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XI semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Jueves
Mt, 6, 7-15
Ustedes oren así . Nuestra actitud cristiana de orar, en contraste con el estilo
de los fariseos, la hemos de hacer dentro de la “habitación, cerrada la puerta
interior, y orar al Padre en la intimidad de nuestro ser, pues Él ve en lo secreto, el
siempre nos oye. Lo que Jesús censura es la oración público-exhibicionista farisaica.
No se trata de censurar la oración comunitaria y litúrgica -no es éste su objetivo-,
que Jesús mismo recomendó en otras ocasiones. Se busca a Dios, que está en el
interior de sí, no la exhibición.
No pretende Jesús con esta enseñanza condenar la oración larga. No es éste el
propósito de su enseñanza. La censura va contra la mecanización formulista o
semimágica de la oración. Ni va contra la extensión de la oración. El mismo, en
Getsemaní, dio ejemplo de oración larga, al permanecer en la misma “una hora” de
oración (Mt 26:39.42.44), lo mismo que al pasarse, en ocasiones, la noche en
oración
Jesús nos dice que la oración ha de ser confiada en el Padre, penetrada de
amor a Dios y al prójimo y de pocas palabras, porque de lo contrario resultaría
“hipócrita”. La oración cristiana exige como una condición la sinceridad y sencillez,
dejando que hable el corazón, con actitud humilde, no como el practicado por los
fariseos, que piensan que por mucho hablar serán escuchados. Así, pues, al orar no
hay que utilizar vanas palabras, no se debe hablar muy deprisa y de manera
atropellada o confusa y tampoco decir muchas cosas inútiles. En otra palabras, no
pretender la charlatanería en la oración, sea diciendo cosas vanas o inútiles, sea
pretendiendo recitar unas fórmulas largas o calculadas, como si ellas tuviesen una
eficacia mágica ante Dios. No es ésta la actitud cristiana en la oración, pues Dios
conoce las cosas de las cuales tenemos necesidad antes de que se las pidamos.”
Porque la oración no es locuacidad, sino el corazón volcado en Dios.
Al respecto, Santa Teresa de Lisieux dice: “No poseo el valor para buscar
plegarias hermosas en los libros; al no saber cuales escoger, reacciono como los
niños; le digo sencillamente al buen Dios lo que necesito, y Él siempre me
comprende” (Santa Teresita de Lisieux).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)