EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Viernes de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario
Primer Libro de Macabeos 4,36-37.52-59.
Judas y sus hermanos dijeron: "Nuestros enemigos han sido aplastados; subamos a
purificar el Santuario y a celebrar su dedicación".
Entonces se reunió todo el ejército y subieron al monte Sión.
El día veinticinco del noveno mes, llamado Quisleu, del año ciento cuarenta y ocho,
se levantaron al despuntar el alba
y ofrecieron un sacrificio conforme a la Ley, sobre el nuevo altar de los holocaustos
que habían erigido.
Este fue dedicado con cantos, cítaras, arpas y címbalos, justamente en el mismo
mes y en el mismo día en que los paganos lo habían profanado.
Todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y adoraron y bendijeron al Cielo que les
había dado la victoria.
Durante ocho días celebraron la dedicación del altar, ofreciendo con alegría
holocaustos y sacrificios de comunión y de acción de gracias.
Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y pequeños escudos,
restauraron las entradas y las salas, y les pusieron puertas.
En todo el pueblo reinó una inmensa alegría, y así quedó borrado el ultraje infligido
por los paganos.
Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó
que cada año, a su debido tiempo y durante ocho días a contar del veinticinco del
mes de Quisleu, se celebrara con júbilo y regocijo el aniversario de la dedicación del
altar.
Primer Libro de Crónicas 29,10.11abc-11d.12a-12bcd.
Después David bendijo al Señor en presencia de toda la asamblea, diciendo:
"¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre!
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque
a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, Señor, es el reino; tú
te elevas por encima de todo.
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque
a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, Señor, es el reino; tú
te elevas por encima de todo.
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque
a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, Señor, es el reino; tú
te elevas por encima de todo.
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque
a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, Señor, es el reino; tú
te elevas por encima de todo.
De ti proceden la riqueza y la gloria; tú lo gobiernas todo, en tu mano están el
poder y la fuerza, es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas.
De ti proceden la riqueza y la gloria; tú lo gobiernas todo, en tu mano están el
poder y la fuerza, es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas.
De ti proceden la riqueza y la gloria; tú lo gobiernas todo, en tu mano están el
poder y la fuerza, es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas.
De ti proceden la riqueza y la gloria; tú lo gobiernas todo, en tu mano están el
poder y la fuerza, es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas.
Evangelio según San Lucas 19,45-48.
Y al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores,
diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han
convertido en una cueva de ladrones".
Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más
importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.
Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba
pendiente de sus palabras.
Comentario del Evangelio por
Beato Juan Taulero (1300-1361) fraile dominico
Sermón 69
«Cada día subía al templo para enseñar al pueblo»
Nuestro Señor mismo nos enseña lo que debemos hacer para que nuestro
interior se convierta en una casa de oración, porque el hombre es verdaderamente
un templo consagrado a Dios. Primero debemos echar de él a todos los vendedores,
es decir, las imágenes y representaciones de los bienes creados y todo lo que
significa satisfacción en las criaturas y gozos de la voluntad propia. Luego, hay que
limpiar y purificar el templo con lágrimas. No todos los templos son santos por el
mero hecho de ser casas habitables. Es Dios quien los santifica.
Aquí se trata del templo amado por Dios, donde Dios se manifiesta de verdad
si está purificado. ¿Cómo podría Dios morar en el alma si no ha puesto su
pensamiento, por breve que sea, en Dios? ¿No será porque está abarrotada de
otras cosas?
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”