Miércoles 09 de Noviembre de 2011
Miércoles 32ª semana de tiempo ordinario 2011
Sabiduría 6,1-11
Escuchad, reyes, y entended; aprendedlo, gobernantes del orbe hasta sus
confines; prestad atención, los que domináis los pueblos y alardeáis de multitud de
súbditos; el poder os viene del Señor, y el mando, del Altísimo: él indagará
vuestras obras y explorará vuestras intenciones; siendo ministros de su reino, no
gobernasteis rectamente, ni guardasteis la ley, ni procedisteis según la voluntad de
Dios. Repentino y estremecedor vendrá sobre vosotros, porque a los encumbrados
se les juzga implacablemente.
A los más humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán
una fuerte pena; el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza: él
creó al pobre y al rico y se preocupa por igual de todos, pero a los poderosos les
aguarda un control riguroso. Os lo digo a vosotros, soberanos, a ver si aprendéis a
ser sabios y no pecáis; los que observan santamente su santa voluntad serán
declarados santos; los que se la aprendan encontrarán quien los defienda. Ansiad,
pues, mis palabras; anheladlas, y recibiréis instrucción.
Salmo responsorial: 81
R/Levántate, oh Dios, y juzga la tierra
"Proteged al desvalido y al huérfano, / haced justicia al humilde y al
necesitado, / defended al pobre y al indigente, / sacándolos de las manos del
culpable." R.
Yo declaro: "Aunque seáis dioses, / e hijos del Altísimo todos, / moriréis
como cualquier hombre, / caeréis, príncipes, como uno de tantos." R.
Lucas 17,11-19
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando
iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a
lo lejos y a gritos le decían: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros." Al verlos,
les dijo: "Id a presentaros a los sacerdotes." Y, mientras iban de camino, quedaron
limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a
grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un
samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: "¿No han quedado limpios los diez?; los
otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria
a Dios?" Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado."
COMENTARIOS
Siguiendo el trayecto hacia Jerusalén, Jesús debe pasar por Samaria. Allí
tiene lugar el encuentro con los diez leprosos. Llama la atención del pasaje el que
Jesús envíe a los leprosos ante los sacerdotes? ¿Por qué? En el tiempo del hecho,
los leprosos quedaban fuera de la sociedad por causa de su enfermedad,
considerada impureza y castigo de Dios. Jesús los restaura tanto física como
socialmente, haciendo que los sacerdotes verifiquen y certifiquen la curación. Así se
reintegran a la comunidad y recobran su dignidad como seres humanos.
Es interesante notar que uno sólo regresa a glorificar a Dios y agradecer a
Jesús, y ése es samaritano. Esto no significa que los otros nueve fueran
desagradecidos; simplemente les bastó la Ley de los sacerdotes para seguir con sus
vidas. En cambio este samaritano, acostumbrado al desprecio de los judíos, con o
sin lepra, es quien da cuenta de la liberación que se realizó en su persona,
liberación de la enfermedad y liberación de la Ley por medio de la fe.
Reflexionemos sobre las veces en que la Ley y su cumplimiento nos han retenido en
la “conformidad”, impidiéndonos experimentar vivencialmente el amor que el Señor
nos regala.
Juan Alarcón, s.j..
(Extracto de servicios KOINONÍA)