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Fiesta. Santo Tomás, apóstol (3 de julio)
Jn 20,24-29
¡ Señor mío y Dios mío ! Después de la resurrección, uno de los Apóstoles,
Tomás, hace una confesión que se refiere aún más directamente a la divinidad de
Cristo. Él, que no había querido creer en la resurrección, viendo ante sí al
Resucitado, exclama: “¡Seor mío y Dios mío!” (Jn 20, 28). Significativo en esta
expresión no es solamente el "Dios mío", sino también el “Seor mío”. Puesto que
“Seor” (Kyrios) significaba ya en la tradicin veterotestamentaria también „Dios‟.
En efecto, cada vez que se leía en la Biblia el „inefable‟ nombre propio de Dios,
Yahvéh, se pronunciaba en su lugar "Adonai", equivalente a “Señor mío”. Por tanto,
también para Tomás, Cristo es „Señor‟, es decir, Dios.
“Jesús es Señor... el Señor... el Señor Jesús”: esta confesión de Tomás,
también resuena en los labios del primer mártir, Esteban, mientras es lapidado (cf.
Act 7, 59-60). Es la confesión que resuena también frecuentemente en el anuncio
de san Pablo, como podemos ver en muchos pasajes de sus Cartas (cf. 1 Cor 12, 3;
Rom 10, 9; 1 Cor 16, 22-23; 1 Cor 8, 6; 1 Cor 10, 21; 1 Tes 1, 8; 1 Tes 4, 15; 2
Cor 3, 18).
Podemos decir, pues, que la fe en Cristo, en los comienzos de la Iglesia, se
expresa en estas dos palabras: “Hijo de Dios” y „Seor‟ (es decir, Dios). Esta es fe
en la divinidad del Hijo del hombre. En este sentido pleno, Él y sólo Él, es el
„Salvador‟, es decir, el Artífice y Dador de la salvacin que slo Dios puede conceder
al hombre. Esta salvación consiste no sólo en la liberación del mal y del pecado,
sino también en el don de una nueva vida: una participación en la vida de Dios
mismo. En este sentido “en ningún otro hay salvacin” (cf. Act 4, 12). Tal es la fe
de los Apóstoles, que está en la base de la Iglesia desde el comienzo, hoy y
siempre.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)