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Día litúrgico: Viernes XXXII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 17,26-37): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del
hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé
en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los
días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el
día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo
perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste
().
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
El Juicio Final: respuesta a las injusticias de la historia
Hoy día, la idea del Juicio Final se ha desvaído: la fe cristiana se orienta sobre todo
hacia la salvación personal del alma; la reflexión sobre la historia universal, en
cambio, está dominada en gran parte por la idea del "progreso".
El ateísmo de los siglos XIX y XX, por sus raíces y finalidad, es un moralismo, una
protesta contra las injusticias de la historia: tanto sufrimiento de los inocentes y
tanto cinismo del poder, no pueden ser obra de un Dios bueno. Pero, aunque sea
comprensible la protesta contra Dios, la pretensión de que la humanidad pueda
hacer justicia sin Dios es presuntuosa e intrínsecamente falsa. Si de esta premisa
se han derivado las más grandes crueldades, no es casualidad.
—Un mundo que tiene que crear su justicia por sí mismo es un mundo sin
esperanza. La fe en el Juicio Final y en el retorno de Cristo es, ante todo, una
esperanza, cuya necesidad se ha hecho más evidente precisamente en las
convulsiones de los últimos siglos.
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