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XIX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sábado
Mt 19, 13-15
No les impidan a los niños que se acerquen a mí, porque de los que son como
ellos es el Reino de los cielos. El Evangelio nos recuerda que Jesús, tomando en sus
brazos a los niños, los bendecía, mostrando su preferencia para con ellos. Sí, la
vida humana, la vida inocente, debe ser defendida y querida siempre.
Cuán singular amor profesó Jesucristo a los niños, durante su vida mortal,
claramente lo manifiestan las páginas del Evangelio. Eran sus delicias estar entre
ellos; acostumbraba a imponerles sus manos, los abrazaba, los bendecía. Llevó a
mal que sus discípulos los apartasen de El, reconviniéndoles con aquellas graves
palabras: Dejad que los niños vengan a Mí, y no se lo vedéis, pues de ellos es el
reino de Dios (Mc. 10, 13. 14. 16). En cuánto estimaba su inocencia y el candor de
sus almas, lo expresó bien claro cuando, llamando a un niño, dijo a sus discípulos:
En verdad os digo, si no os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los
cielos. Cualquiera, pues, que se humillare como este niño, ése es el mayor en el
reino de los cielos. El que recibiere a un niño así en mi nombre, a Mí me recibe
(Mat. 18, 3, 4. 5; Cfr. Decreto de san Pío X sobre la edad para la primera comunión
8 de agosto de 1910).
Por consiguiente, los niños son el término del amor delicado y generoso de
Nuestro Señor Jesucristo: a ellos reserva su bendición y, más aún, les asegura el
Reino de los cielos (cf. Mt. 19, 13-15; Mc. 10, 14). En particular, Jesús exalta el
papel activo que tienen los pequeños en el Reino de Dios: son el símbolo elocuente
y la espléndida imagen de aquellas condiciones morales y espirituales, que son
esenciales para entrar en el Reino de Dios y para vivir la lógica del total abandono
en el Señor: “Yo les aseguro: si no cambian y se hacen como los niños, no entrarán
en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ese es
el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba incluso a uno solo de estos niños
en mi nombre, a mí me recibe” (Mt. 18, 3-5; cf. Lc. 9, 48).
P adre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)