XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD
DOMINGO
Lecturas
a.- Prov. 31,10-13.19-20.30-31: Esta mujer trabaja con la destreza de sus
manos.
Esta primera lectura, es la conclusión del libro de los Proverbios, que canta las
bondades de la mujer hacendosa, buena ama de casa. Este pasaje poético
sapiencial, es muy práctico, porque considera a la mujer, desde el punto de vista de
la economía: mujer buena, laboriosa, sabia administradora, de los bienes
materiales de su esposo, emprendedora, hábil en los negocios. No descuida los
deberes más humanos, y religiosos, como ser generosa con los pobres. Es más, el
poema termina, como con broche de oro: el temor de Dios, adorna su belleza
espiritual, más que su hermosura y donaire natural, que se extiende a toda su
casa, incluyendo su esposo e hijos. Esta lectura, es toda una alabanza a la mujer
hacendosa, que coloca todos sus talentos al servicio de su familia, hasta hacer de
su esposo e hijos la corona de su gloria. Ellos la felicitan, reconocen su labor, y
hasta en la plaza, se cantan sus bondades.
b.- 1Tes. 5, 1-6: El día del Señor llegará como un ladrón en la noche.
Este pasaje, quiere ser una respuesta práctica del apóstol a la comunidad sobre sus
inquietudes acerca de la venida del Señor, la parusía de Jesús (v.1; cfr. 1Tes.
4,13). Pablo, no da una respuesta clara, directa, confiesa que ignora el día, la hora,
cuando vendrá (v.2.10.), por ello insiste más en la vigilancia y sobriedad, como
soldados que esperan termine su turno, cosa que no les sorprenda su venida (cfr.
Mt. 24,33-44; 25,13). Usa el lenguaje de la literatura escatológica, cuando
menciona el tiempo y momento preciso en que la parusía tendría lugar, pero les
asegura que dicho día vendrá como el ladrón por la noche o como los dolores de
parto de la embarazada (vv. 2-3; cfr. Dan. 2, 21; Hch. 1, 7). Son expresiones, que
buscan suscitar en el lector la incertidumbre y sorpresa por la venida del Señor, y la
urgencia de estar preparados (cfr. Mt. 24, 8. 43; Jn. 16, 21). Serán los impíos, los
que vivirán ese momento con sorpresa, porque entregados, a placeres y goces
materiales; en cambio, a los fieles les pide que vivan con sobriedad, para ese día
del juicio, no les sorprenda también a ellos. Usa como contrapunto, términos como
luz y día, noche y tiniebla, dormir y velar (vv.4-6). Tinieblas y dormir se entiende,
una vida licenciosa y con un abandono de la fe y de sus obras; noche y tinieblas,
viene a significar, usar la noche para el pecado que llevan a toda clase de vicios,
dejarse conducir por caminos de tinieblas y oscuridad, lejos de Dios. Luz y día,
encarnan la idea de una vida floreciente de virtudes cristianas y sus respectivas
obras, fruto del velar y vivir sobriamente (v.5- 6). La vida en Cristo, es un camino
de luz y de gracia, de responsabilidad en todo lo que se refiere a la fe, como a los
trabajos del propio estado.
c.- Mt. 25, 14-30: Como has sido fiel en lo poco pasa al banquete de su
vida.
El evangelio, nos presenta la parábola de los talentos. La parábola plantea que la
perspectiva es de una espera prolongada del regreso del Señor (v.19), por eso
exige vivir en fidelidad, vigilancia y sabiduría amorosa, pero sobre todo con una
trabajo responsable y creativo (v.19; cfr. Mt. 24,42-44; 25,1ss), porque debemos
dar cuentas de cómo hemos administrado los bienes que nos fueron confiados. La
parábola está centrada en la idea de rendir cuentas, pero antes, debemos sentirnos
siervos de ese Señor, lo que probará, lo que hay en el corazón de cada uno de
nosotros. El verdadero discípulo, no se presenta a Dios exigiendo derechos, mejor
es vivir, la dependencia de Dios como Padre y Creador. Como siervo de Dios,
cumple sus órdenes con ardor y capacidad de trabajo, que el mismo Señor les ha
otorgado a sus siervos. La confianza que pone el Señor en sus siervos, es para que
haga fructificar su fortuna, su riqueza; exquisitamente tiene en cuenta la capacidad
de cada uno de ellos, para el trabajo y negociar. Los dos primeros, pasan la prueba,
duplican el material que se les ha confiado, aunque no sepamos cómo. Ambos
entran en el gozo de su Señor, es decir, ingresan a la vida eterna; el que habla así,
es el Hijo del Hombre, que actúa como Juez. Si bien, gozan de la bendición del
Señor, fueron fieles en lo poco, respecto a los bienes del Reino, respecto al premio
que siempre es mucho mayor. Estos dos siervos, le recuerdan al cristiano, que la
gratuidad de Dios, es trabajo para el hombre, de ahí que debe invertir los bienes
confiados con creatividad, para entregárselos con abundantes frutos. Se trata de
vivir el evangelio con provecho, anunciarlo a otros con sabiduría, no esconder este
talento, y hacerlo ineficaz. El tercer siervo, no trabajó, deja improductivo el capital
de su señor, el talento en sus manos no fructificó, no quiso correr ningún riesgo.
Defrauda la confianza puesta en él por su señor. Se le quita el talento, que había
devuelto, y se les da al que ya tiene diez; es la retribución divina (cfr. Mt. 13,12;
Mc. 4,25). Este hombre, en definitiva no cree en la bondad de Dios, y considera que
la relación con su Señor, se basa en responder a sus deseos, más que corresponder
a su amor de Padre (v. 24). Según la idea que tengamos de Dios, es la relación que
establecemos con ÉL, lo que influye en el destino final del ser humano. Quien
corresponde a la gracia de Dios con fidelidad amorosa y se compromete a vivir en
lo poco, la vocación a la fe recibida, entrará en la vida de comunión y alegría eterna
con Dios, lo que conlleva tener autoridad sobre lo mucho, de los bienes del Reino
(vv.21-23). En cambio, quien considera a Dios Padre, como un hombre duro y
demasiado exigente, no se preocupará de hacer fructificar el Evangelio y los dones
y bienes del Reino, se aleja para siempre del Dios que es Amor, perdiendo la
posibilidad de poseer y ser poseído por el único Bien necesario para ser feliz para
siempre (vv. 26-30).
Santa Teresa siente que ser mujer en la Iglesia de su tiempo era una dificultad,
pero por medio de su testimonio supo abrir espacio para ser orante y con sus
escritos su testimonio admirable de vida mística. “Parece atrevimiento pensar yo he
de ser alguna parte para alcanzar esto. Confío yo, en estas siervas vuestras que
aquí están, que veo y sé no quiere otra cosa ni la pretenden sino contentaros. Por
Vos han dejado lo poco que tenían, y quisieran tener más para serviros con ello.
Pues no sois Vos, Criador mío, desagradecido para que piense yo dejaréis de hacer
lo que os suplican; ni aborrecisteis, Señor, cuando andabais en el mundo, las
mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad. Cuando os pidiéremos
honras, no nos oigáis, o rentas, o dineros, o cosa que sepa a mundo; mas para
honra de vuestro Hijo, ¿por qué no nos habéis de oír, Padre eterno, a quien
perdería mil honras y mil vidas por Vos? No por nosotras, Señor, que no lo
merecemos, sino por la sangre de vuestro Hijo y sus merecimientos.” (CV 3,7).