Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo A, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 33
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Trabaja con la destreza de sus manos * Que el día del
Señor no os sorprenda como un ladrón * Has sido fiel en lo poco, pasa al banquete
de tu señor
Textos para este día:
Proverbios 31,10-13.19-20.30-31:
Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Su marido
se fía de ella, y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días
de su vida. Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Extiende
la mano hacia el huso, y sostiene con la palma de rueca. Abre sus manos al
necesitado y extiende el brazo al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura,
la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus
obras la alaben en la plaza.
1 Tesalonicenses 5,1-6:
En lo referente al tiempo y las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os
escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la
noche. Cuando estén diciendo: "Paz y seguridad", entonces, de improviso, les
sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán
escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os
sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo
sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino
estemos vigilantes y despejados.
Mateo 25,14-30:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Un hombre, al irse de
viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó
cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno; a cada cual según su capacidad;
luego se marchó. [El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y
ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el
que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.]
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar
las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó
otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros
cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has
sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
[Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me
dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado
fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al
banquete de tu señor."
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que
eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve
miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le
respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego
donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero
en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses.
Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le
sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado
inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.""]
Homilía
Temas de las lecturas: Trabaja con la destreza de sus manos * Que el día del
Señor no os sorprenda como un ladrón * Has sido fiel en lo poco, pasa al banquete
de tu señor
1. ¿Nacemos iguales?
1.1 Lo primero que puede llamar nuestra atención en el texto del evangelio de hoy
es la diferencia entre los distintos puntos de partida de los criados. Para nosotros es
una especie de axioma aquello de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos: "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos..." (Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, 10 de
diciembre de 1948). No suena mal, pero ¿es cierto? ¿Diremos que son iguales los
derechos del niño que nace en un país en deuda que los derechos del que nace el
país al que todos le deben dinero? ¿Son iguales las posibilidades del que nace
enfermo y del que nace en su plena salud?
1.2 Sin embargo, tampoco es sostenible la afirmación contraria. Decir que nacemos
distintos o que iniciamos el camino ya destinados a una u otra forma de vida, o a
una u otra clase social o grupo humano, es hacerse solidario con los argumentos
típicos de todas las formas de opresión e injusticia institucionalizada. Y sin
embargo, la igualdad de ningún modo es evidente. ¿Qué decir, desde el Evangelio?
1.3 Hay que distinguir el ámbito de la ley y el ámbito de la percepción interior. La
ley humana no puede declarar gratuitamente la superioridad de unos seres
humanos sobre otros, aunque ciertamente debe reconocer que las desigualdades en
que de hecho se hallan engendran imperativos morales y reclamos de justicia que
apuntan a favorecer a los más pequeños, desprotegidos, lastimados o desvalidos.
Mas Jesús no alude a este ámbito; no legisla sobre lo que debe ser reconocido por
los estados. Su palabra apunta al otro espacio, es decir, a ese cúmulo de
sensaciones y percepciones que cada uno de nosotros lleva dentro.
1.4 Y en esa percepción nos sentimos decididamente diferentes de los demás seres
humanos. Casi en cada aspecto de nuestra personalidad y de nuestra historia nos
descubrimos mejor o peor dispuestos para enfrentar la vida. A ese ser humano, que
se descubre distinto, le habla Cristo en esta parábola.
2. Adónde miran nuestros ojos
2.1 Si atendemos bien, notaremos que la diferencia entre los tres hombres de la
parábola no estaba tanto en lo que recibieron sino en los ojos con que acogieron lo
que recibieron. Tanto el que recibió cinco como el que recibió dos talentos miraron
lo que habían recibido; el que recibió un talento miró no lo que tenía sino lo que no
tenía. Además no miró a lo que él podía hacer sino a lo que le podían hacer. Su
problema no está en la cantidad, sino en la calidad, y no en la calidad de lo que
recibe sino en la calidad del corazón y los ojos que reciben.
2.2 Es interesante la observación sobre los intereses. Ya en tiempos de Jesús
existía la práctica de prestar dinero reclamando un "tókos", literalmente: una
"usura". Este siervo hizo completamente improductivo el dinero. Hay en esto quizá
una alegoría. Dejar el dinero "en el banco", literalmente: "a los prestamistas", es
entregar el propio talento a otros para que ellos, los prestamistas, hagan lo que
uno no puede hacer. El mensaje sería: "lo mínimo que puedes hacer con tu talento
es ofrecerlo a otros para que no quede infecundo; si no puedes ser administrador
de lo tuyo, por lo menos encuentra quién lo administre para que no se pierda".
3. Los otros talentos
3.1 La primera lectura nos ayuda a situar todo este tema en una perspectiva
amplia. La imagen de los talentos, que en su sentido primero son dinero en
nuestras manos, nos puede hacer pensar sólo en lo que tenemos y no tanto en lo
que somos, o en lo que recibimos. En la primera lectura se resaltan otros talentos
que se acercan más a lo que hoy llamamos valores: una mujer hacendosa, que
inspira confianza, diligente, generosa. Y sobre todo aquel mensaje que nos invita a
mirar hacia adentro, hacia ese espacio donde nacen los valores: " Son engañosos
los encantos y vana la hermosura; merece alabanza la mujer que teme al Señor"
(Prov 31,30).
3.2 Nuestros grandes valores y grandes talentos están muy adentro, aunque su
fruto es bien visible y claro. Jesús dijo en una ocasión a los suyos: "dichosos
vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen" (Mt 13,16). Se refería a las
señales de la gracia y a la predicación de la Buena Nueva. Esas señales y esa
noticia estan hoy aquí con nosotros, especialmente por la riqueza incomparable de
la Eucaristía. Son también talentos que Dios nos concede y que quiere que den su
fruto, un fruto "que permanezca" (Jn 15,16).