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Día litúrgico: Domingo XXXIII (A) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mt 25,14-30): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos
esta parábola: «Un hombre, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su
hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su
capacidad; y se ausentó.
»Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó
otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que
había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con
ellos (...)».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
Horizontes de eternidad y responsabilidad sobre el tiempo
Hoy, la "Parábola de los talentos" nos muestra que el Señor no nos llama a una
tranquila comodidad, sino a sacar partido de los talentos. Quien vive el presente a
la luz de la responsabilidad por la vida eterna le da su significado más pleno a los
días del presente. En efecto, el tiempo mejor aprovechado es el que se transforma
en algo duradero; es el tiempo que recibimos de Dios y —como buenos
administradores— a Él se lo devolvemos.
Tenemos que llevar un fruto que permanezca. Después de un cierto tiempo, todo
(dinero, edificios, libros…) desaparece. Lo único que permanece eternamente es el
alma humana, el hombre creado por Dios para la eternidad. El fruto que queda es
el que hemos sembrado en las almas humanas. Debemos vivir bien el presente con
la perspectiva de la eternidad.
—Pido al Señor que me ayude a llevar un fruto que quede para siempre. Sólo así la
tierra se transforma de valle de lágrimas en jardín de Dios.
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