Comentario al evangelio del Martes 15 de Noviembre del 2011
Queridos hermanos:
Los éxitos de Jesús en la “recuperación” de publicanos deben de haber sido superabundantes y
clamorosos. Sólo desde esa experiencia puede entenderse su amenaza a los “justos”: “los publicanos y
las prostitutas se os adelantarán en el Reino de los Cielos” (Mt 21,31). Esa grupo de gente despreciada
y despreciable había ido creciendo con la prolongación de la ocupación romana de Palestina. Eran
traidores a la patria, pues colaboraban con el poder de ocupación sirviéndole en la recaudación de
impuestos; eran “impuros”, pues estaban en constante contacto con paganos para entregar lo que
recaudaban; y frecuentemente eran tramposos, cobrando más de lo debido en una sociedad de
analfabetos y sin sistema de recibos. Un trabajo inicialmente humillante debió de terminar siendo muy
rentable y quizás apetecido (¡a medida que se fue perdiendo la vergüenza!). Zaqueo se había
enriquecido defraudando.
Lo verdaderamente impresionante de nuestro relato es el proceso de conversión. Jesús se autoinvitó a
casa del despreciado; y parece que comió con él y sus compinches. El gesto impresionó y dio lugar a
las normales habladurías… quizás a dudas sobre la identidad profética de Jesús. El “hombre de Dios”
que se conocía en el judaísmo solía evitar el contacto con gente de esa jaez.
No menos llamativo resulta el hecho de que Jesús no hace a Zaqueo el más mínimo reproche. Esto
debió de contrastar con las advertencias y los menosprecios que el adinerado recaudador había recibido
de “la gente bien”, de “los cumplidores”,…
La experiencia de Zaqueo resultó inenarrable: el “profeta” no le había evitado, sino que se había hecho
su compañero de techo y de mesa, en aquella sociedad en la que compartir la comida significaba
compartir la vida. Para Zaqueo fue una experiencia de gracia abrumadora, eficaz y transformante; su
sensibilidad cambió radicalmente, no se reconocía a sí mismo,… y comenzó a replanificar la vida.
Jesús no le había pedido nada; pero su contacto había dado origen a una criatura nueva. Los
predicadores de antaño amenazaron demasiado con el infierno, aterraron, y la excomunión de los
“pecadores” –jurídica o de hecho- llevó a muchos al endurecimiento en sus desviaciones. Jesús
cosechó frecuentemente mejores éxitos por el camino del amor, de la acogida, de la oferta de vida.
Jesús nunca humilló a un pecador.
El evangelista Lucas ha querido dejar claro a su comunidad que al excluido se le recupera por el
camino de la gracia y comprensión. Y ya de paso, según su tendencia habitual, se reafirma en que el
que es “tocado” por la cercanía de Jesús cae en la cuenta de que hay injusticias que remediar y pobres
en que pensar: La nueva conducta de Zaqueo es la demostración de haber adquirido ese nuevo sentido,
esa nueva sensibilidad.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf
Severiano Blanco cmf