"¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!"
Lc 18, 35 – 43
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. "JESÚS, HIJO DE DAVID, TEN COMPASIÓN DE MÍ".
Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo
limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. El ciego, no conocía a
Jesús, por supuesto el no lo había visto antes. Es así como él pregunta porque tanta gente.
Así fue como él se entero que pasaba Jesús Nazareno. Sin embargo el grita; "Jesús, Hijo
de David, ten compasión de mí".
Quizás como muchos judíos, sabían que el Mesías nacería de la estirpe de David, ¿pero
como iba a saber que era El que pasaba por allí? Como sería que los que iban delante lo
reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte. Pero el no se acobardó, como
sabiendo que la fe que lucha, es la que triunfa por sobre los obstáculos.
2. "¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?"
Jesús, oye y se detiene a la voz del que lo llama con fe y así es como mira a los que lo
invocan. Entonces, Jesús deteniéndose manda que le traigan a este hombre que le había
llamado y cuando estuvo cerca le pregunta; "¿Qué quieres que haga por ti?" La pregunta se
la hace por su natural misericordia y para que los presentes vean que el ciego no pedía
limosna, sino que la gracia divina y lo hacía con fe. Entonces cuando el ciego expuso su
petición, "Señor, que yo vea otra vez". Jesús le dice: "Recupera la vista, tu fe te ha salvado".
3. SIGUIÓ A JESÚS, GLORIFICANDO A DIOS.
Los beneficios del Señor se obtienen por la fe y según sea esta es la gracia que se recibe.
Mientras mas abras la ventana de tu corazón, más luz entrará. Las palabra de Jesús, se
transforman en luz para los ciegos.
El Evangelio continúa; En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús,
glorificando a Dios. Un doble beneficio gana el ciego, la vista y la fe en Dios, esto es,
termina con su ceguera corporal y aumenta su fe en el Señor. Al ver esto, todo el pueblo
alababa a Dios .
4. “PERO ÉL GRITABA MÁS FUERTE”,
Muchos son los que desconocen la luz y viven en las tinieblas, pero quien se acerca a la
verdadera Luz, esto es a Jesús, vera la luz eterna.
El ciego nos demuestra que mientras más se clame o más se pida, mas se recibe. Así como
cuando insistimos en la oración con toda nuestra vehemencia, Dios se detiene en nuestro
corazón y recobramos la vista perdida.
“Pero él gritaba más fuerte”, dice el Evangelio, para que se oiga por sobre el ruido que
produce el tumulto, así nuestra oración debe oírse por sobre todo lo demás, con insistencia,
por encima de la ceguera que nos rodea, para que el mundo sea testigo de la luz de Cristo.
5. JESÚS, SIEMPRE ESTARÁ ESPERANDO QUE ACUDAMOS A EL
Jesús, siempre estará esperando que acudamos a El, si le llamamos siempre vendrá
nosotros a iluminarnos. La fe salvo al ciego, y la fe puede salvarnos a nosotros, siempre
que nuestra fe sea como la del ciego, confiada, firme y perseverante.
Y cuando recibamos beneficios del Señor, seamos como el ciego de Jericó, que recobro la
vista y siguió glorificando a Dios.
El Señor les Bendiga