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XX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Miércoles
Mt 20, 1-16
¿Vas a tenerme rencor porque yo soy bueno ? El Señor pronuncia una nueva
parábola, una comparación con un ejemplo tomado de la vida cotidiana. El
personaje principal de la parábola es el propietario de una viña. La viña evoca en
primer lugar al pueblo de Israel, considerada como la “via de Dios” (ver Sal 80,9-
16; Is 5,1-4).
Llegado el tiempo de la cosecha el propietario requiere de operarios que
ayuden a sus siervos en la ardua tarea de la recolección de las uvas. Él mismo sale
al amanecer a la plaza del pueblo, donde la gente necesitada de trabajo se reunía
esperando a que alguien los contratase para la jornada. A esas horas tempranas el
dueño de la viña encontró a un grupo de hombres y convino con ellos en pagarles
un denario por la jornada de trabajo.
Llama la atención la reacción de los jornaleros, que protestan porque a los
últimos se les paga lo mismo que a los que trabajaron desde la mañana. Se quejan
porque consideran injusto que a ellos, habiendo trabajado más, se les pague igual.
El dueño de la viña pone de manifiesto lo que en realidad se esconde detrás del
reclamo aparentemente justo: “¿Vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?” (Mt
20,15).
La envidia es la tristeza experimentada ante el bien o prosperidad del prójimo,
así como también el gozo ante el daño o mal que sufre. San Agustín calificaba la
envidia como el “pecado diablico por excelencia”, y San Gregorio Magno afirmaba
que “de la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia”. ¡Cuántos llevados
de la envidia inventan historias, divulgan o exageran defectos del prójimo, dañan o
destruyen su buena imagen o reputación!
La envidia puede conducir a las peores fechorías. La muerte entró en el mundo
por la envidia del diablo. S. Juan Crisóstomo dice que “Luchamos entre nosotros, y
es la envidia la que nos arma unos contra otros... Si todos se afanan así por
perturbar el Cuerpo de Cristo, ¿a dónde llegaremos? Estamos debilitando el Cuerpo
de Cristo... Nos declaramos miembros de un mismo organismo y nos devoramos
como lo harían las fieras”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)