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XXII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Lunes
Mt 13, 44-46
Va y vende cuanto tiene y compra aquel campo . El Señor, en el evangelio
escuchado, habla del tesoro escondido en el campo. Quien lo encuentra -nos dice-
vende todo lo que tiene para poder comprar ese campo, porque el tesoro escondido
es más valioso que cualquier otra cosa. El tesoro escondido, el bien superior a
cualquier otro bien, es el reino de Dios, es Jesús mismo, el Reino en persona.
Con esta parábola, así como también con la siguiente, el Señor resalta la
necesidad de “venderlo todo” para poder ganar el Reino de los Cielos. No es posible
quedarse con el tesoro o adquirir la perla de mayor valor sin vender todo lo que se
tiene, sin el desprendimiento de las antiguas riquezas, sin un sacrificio que, sin
embargo, mira a alcanzar una riqueza mucho mayor. El sacrificio y desprendimiento
no cuestan, porque lo que gana es muchísimo más de lo que pierde. Tratándose del
Reino de los Cielos, lo que se gana no tiene ni punto de comparación.
San Gregorio dice que “El tesoro escondido en el campo significa el deseo del
Cielo, y el campo en que se esconde el tesoro es la enseñanza del estudio de las
cosas divinas: “Este tesoro, cuando lo halla el hombre, lo esconde”, es decir, a fin
de conservarlo; porque no basta el guardar el deseo de las cosas celestiales y
defenderlo de los espíritus malignos, sino que es preciso además el despojarlo de
toda gloria humana… Compra sin duda el campo después de haber vendido todo lo
que posee aquél que renunciando a los placeres de la carne echa debajo de sus pies
todos sus deseos terrenales por guardar las leyes divinas”.
Jesús, Tesoro escondido, no está lejos de nosotros. En efecto, Edith Stein,
escribe: “El Señor está presente en el sagrario con su divinidad y su humanidad. No
está allí por él mismo, sino por nosotros, porque su alegría es estar con los
hombres. Y porque sabe que nosotros, tal como somos, necesitamos su cercanía
personal. En consecuencia, cualquier persona que tenga pensamientos y
sentimientos normales, se sentirá atraída y pasará tiempo con él siempre que le
sea posible y todo el tiempo que le sea posible” (Gesammelte Werke VII, 136 f). Allí
Podemos presentarle nuestras peticiones, nuestras preocupaciones, nuestros
problemas, nuestras alegrías, nuestra gratitud, nuestras decepciones, nuestras
necesidades y nuestras esperanzas.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)